La Mesa de la Bicicleta, en la que se sientan ciclistas urbanos y técnicos municipales, es un hervidero de ideas para hacer de Zaragoza una ciudad ciclable al cien por cien. "Es difícil que algún día podamos alcanzar el nivel de uso de la bicicleta de las ciudades del norte y del centro de Europa, pero haremos todo lo que podamos para promocionar su utilización de forma segura", señala Jesús Sarría, concejal de Movilidad Urbana.

"La trama urbana, con calles estrechas saturadas de coches y autobuses, nos condicionan mucho a la hora de hacer carriles-bici", explica Sarría, quien confía en que la Operación Aceras 2005 sirva para crear nuevas ciclocalles y enlazar las existentes. "La peatonalización de calles del centro y de los barrios llevará aparejado su correspondiente carril para bicis", subraya el responsable municipal.

El ayuntamiento y los colectivos más concienciados con el uso de la bici como medio de locomoción y no sólo de esparcimiento tienen depositadas muchas esperanzas en la creación de las zonas 20 o 30, también denominadas calles de tráfico calmado. En ellas, los automóviles no podrán rebasar los 30 por hora, una velocidad que se considera compatible con el paso de bicicletas y de peatones.

"El Casco Viejo es un parte de la ciudad que resulta ideal para crear zonas 30", apunta Ramón Lambán, del Colectivo Pedalea, quien considera que las ciclocalles han de instalarse preferentemente entre el centro y los barrios de la ciudad. "No sirve de nada --comenta-- hacer un carril-bici de carácter lúdico en Valdespartera o en Parque Goya, pues de lo que se trata es de conectar los barrios entre sí y éstos con el centro".

Angel Giner, del Movimiento en Defensa de la Bicicleta, propone varias soluciones originales y baratas para incrementar la longitud de la red de ciclocalles. "Se podría --dice-- permitir el paso de ciclistas por los carriles-bus e incluso, como pasa en algunas ciudades europeas, permitir la circulación de bicis en contradirección por las calles de tráfico más lento".

Sarría, que se compromete a estudiar la segunda propuesta, se muestra en cambio contrario a que autobuses y ciclistas compartan los carriles-bus. "Se ha hecho en otros lugares y los usuarios de las bicicletas han sufrido accidentes de los que han salido muy malparados".

Giner aún lanza otra posibilidad: "En las avenidas donde se autoriza el aparcamiento junto a las aceras no sería mala idea que, en lugar de ampliar el carril de coches colindante, se trazara un carril-bici en el espacio sobrante de la zona de estacionamiento".

"Lo principal es que se mentalice a los conductores para que, en determinadas calles de enlace entre carriles-bici, no rebasen los 20 o los 30 kilómetros por hora", comenta, por su parte, David Laínez, de La Veloz.

El servicio de Movilidad Urbana se propone, además, compensar la falta de carriles-bici en las grandes arterias de la ciudad. Para ello estudia la posibilidad de implantar ciclocalles en vías paralelas a las avenidas.

"Sólo es cuestión de un poco de imaginación", indica David Arribas, de Recicleta. "Todos los que vamos habitualmente en bici por Zaragoza conocemos recorridos alternativos que evitan las calles de tráfico rápido o muy congestionado y que te permiten atravesar la ciudad en 20 o 25 minutos".

El objetivo es que, combinando unas y otras soluciones, el ciclista y la bicicleta se integren de forma natural en el paisaje de la ciudad del Ebro.