Dos grandes empresas radicadas en Aragón, Opel España y Balay, desarrollan una política activa para la prevención del tabaquismo entre sus empleados y para reducir el consumo de tabaco en el lugar de trabajo.

Ambas compañías tendrán que adaptarse a la ley de prevención del tabaquismo que prepara el Gobierno central, que se aplicará a partir del año 2006, pero las dos han recorrido un largo trecho para que el humo salga de las chimeneas de sus instalaciones en Zaragoza y Figueruelas y no de los pulmones de sus trabajadores.

"Desde 1999, Opel organiza campañas para que los trabajadores que lo deseen se sometan a tratamientos para abandonar el tabaco", señala Serafín García, del Comité de Salud Laboral de la multinacional del automóvil.

Durante el ejercicio 2003-2004, 171 trabajadores de Opel se han apuntado al tratamiento. Se trata, en palabras de García, de "grandes fumadores que han decidido dejar la adicción". Ahora el Comité de Salud Laboral trabaja para crear grupos de terapia.

Los fumadores empedernidos con propósito de enmienda son captados en los reconocimientos médicos, por donde pasa la práctica totalidad de los 8.000 trabajadores de Opel. En un cuestionario han de responder si desean dejar de fumar, y en el caso de que la respuesta sea positiva se les pregunta si quieren iniciar la deshabituación antes de seis meses o de forma inmediata.

La política antitabaco de Balay es de las más avanzadas de cuantas se aplican en la actualidad en los centros de trabajo. En colaboración con la Mutua de Accidentes de Zaragoza ofrece tratamientos de deshabituación a los 1.500 trabajadores que la empresa posee en sus dos instalaciones de Zaragoza.

Sesiones de deshabituación

Pero Balay va más allá todavía, puesto que los familiares en primer grado de los empleados de la compañía también pueden participar en las sesiones de deshabituación mediante la campaña denominada Por un hogar sin humos .

"Este plan ha sido un éxito", apunta Javier Laílla, presidente del comité de empresa de Balay y delegado de Prevención.

La fábrica de electrodomésticos también es puntera en la habilitación de espacios bien delimitados para fumadores y no fumadores. En sus momentos de descanso, los trabajadores acuden a estas salas y luego se reincorporan a sus puestos en la cadena de montaje. "De esta forma se ha conseguido que los trabajadores no fumen tanto en la cadena de montaje y en los otros departamentos de las nuestras dos plantas", comenta Laílla.

Las entidades bancarias son recintos en los que, por imposición de la normativa aragonesa en materia de salud, está expresamente prohibido fumar. Y la prohibición se cumple a rajatabla. En la sede central de Ibercaja trabajan más de 600 personas que, en su inmensa mayoría, acataron sin rechistar la ley que desde el 2002 impide el consumo de tabaco en los empresas privadas donde se atiende al público. "Al principio sólo hubo que llamar la atención a tres trabajadores", subraya Luis Sánchez, responsable de Prevención.

Ibercaja, que ahora inicia un programa de deshabituación para sus empleados, habilitó en sus oficinas de la plaza Paraíso distintos espacios expresamente concebidos para que los fumadores pudieran dar unas caladas sin molestar.

En Caja Inmaculada también se acondicionaron espacios especiales para los fumadores en sus dos edificios principales y se realizaron unos cursillos de deshabituación que ahora se van a implantar de nuevo, según indica Alberto Salas, responsable de Prevención. "Lo cierto es que la prohibición de fumar, que fue objeto de una previa campaña de información, se aceptó por todos", afirma. "Era una medida radical que los empleados encajaron bien y que va calando con el tiempo".