Soy de los que creo, como Felipe González, que Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido, es y seguramente seguirá siendo un destacado político. Que tiene una cabeza bien amueblada y una evidente capacidad de trabajo. Pero también creo, como el electorado, que su tiempo pasó, que ya no está en la onda, que con su bagaje, experiencia e imagen no puede ganar las elecciones.

De hecho, no ha ganado ninguna.

Ahora, frente a las expectativas del PSOE se abren las de dos señaladas mujeres, Carme Chacón y Susana Díaz, y las de algunos varones que, como Eduardo Madina o Patxi López, parecen aspirar a la secretaría general. Todos van a tener la oportunidad de jugar sus cartas, pero sólo uno liderará el partido.

¿Quién?

Yo diría, en principio, que la que más posibilidades tiene es Carme Chacón. Ya lo intentó en un reciente cónclave interno, perdiendo por muy poco contra Rubalcaba, pero presentando un programa, una candidatura con muchos avales, ideas, juventud, cambio. Después desapareció, puso tierra de por medio, se fue a Miami y se dejó querer, u odiar, a la espera de la consagración o batacazo del patrón. Si ha llegado su momento, es ahora o no será.

Frente a esta opción estaría la del señor Madina, que a mí, particularmente, no me ha dicho nunca nada, y la de Patxi López, un político con demasiadas lagunas e incógnitas.

Está, además, la líder andaluza, la señora Díaz, a la que se ha elogiado hasta extremos ridículos sin que haya tenido tiempo para hacer prácticamente nada, ni siquiera para ganar unas elecciones autonómicas. Sería más prudente, pienso, dada su edad e inexperiencia gubernativa, dejarla una temporada tranquila en Andalucía, a ver cómo se bandea con Izquierda Unida, con los eres y los desahucios, cómo genera empleo, riqueza y voto.

Por suerte para el PSOE, no son alternativas lo que le faltan, aunque le falten de pronto otro par de millones de sufragios. El desafío del nuevo líder tendrá mucho en común con los problemas a que se enfrenta la sociedad actual: desempleo, deslocalización, falta de ideología y de identidad, falta de espacio, dignidad y porvenir.

El debate interno del PSOE va a ser interesante. También en Aragón, donde habrá efectos colaterales.