Ramiro II El Monje medía alrededor de 1,60, tenía una artrosis aguda y la columna vertebral torcida lo que provocó que en los últimos años de vida su capacidad de movimiento estuviera muy limitada. Su hermano, Alfonso I El Batallador, que legó el Reino de Aragón a las órdenes militares, era un corpulento guerrero, con hábil manejo de la espada y medía entre 1,61 y 1,62. Ambos contaban con una dieta que fue aumentando en carne conforme pasaban los años. No fue sencilla su identificación ni en un caso ni en otro porque la muestra del Carbono-14 se complicó por diferentes aspectos como la comida de peces de río o la ausencia de colágeno en los restos, pero ya no hay lugar para la duda. Ramiro II y Alfonso I reposan en la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca. Tampoco la hay en que el sarcófago de la condesa Sancha en Jaca alberga los cuerpos de Sancha, sus hermanas Teresa y Urraca (que antes de los análisis se planteó que pudiera ser un hombre por su constitución) y la abuela de todas ellas, la madre de Ramiro I, Sancha, una de las grandes sorpresas del estudio,

Cerca de 70 esqueletos

Algo que se descubrió merced al proyecto Estudio antropológico y genético de los Reyes privativos de Aragón que del 2007 al 2011 dirigió Begoña Martínez Jarreta y que contó con la colaboración entre el Gobierno de Aragón, la Universidad de Zaragoza e Ibercaja. Sin embargo, las especiales circunstancias que rodearon al monasterio de San Juan de la Peña y todo lo que ha vivido desde su nacimiento y la cantidad de cuerpos aparecidos en la inhumación de 1985, complicaron los trabajos de identificación de Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I sin que se haya podido confirmar su identidad en los restos óseos de San Juan de la Peña. Sin embargo, el mismo estudio sí ha permitido la localización del gen de los reyes de Aragón y del linaje real ya que hay coincidencias entre los restos de San Pedro el Viejo, las Benedictinas de Jaca y los de San Juan de la Peña.

«Fue un estudio muy importante porque se apostó por un abordaje multidisciplinar lo que implicó múltiples análisis en multitud de restos, algo que es muy laborioso y costoso también en la coordinación y diseño del proyecto para que se puedan integrar todas esas labores sin que quienes van a practicar unos estudios y análisis interfieran con los que tienen que realizar otros y para que esos restos resulten, dado su valor, mínimamente dañados en el conjunto de las actuaciones que hay que realizar al servicio de los objetivos científicos», explica Martínez Jarreta.

Un estudio que, en cualquier caso, ha sido «exitoso» porque se partía de algo muy complicado que era «trabajar con alrededor de 70 cuerpos», señala la propia investigadora y se han conseguido hallazgos importantes que permiten conocer mejor a la monarquía y la importancia de las mujeres en la misma así como sus costumbres. En ese sentido, cabe señalar el ejemplo de los numerosos trabajos científicos que ven naufragar sus resultados cuando se trata de investigar reliquias o restos de personajes ilustres, algo que ha sucedido en muchos países.

De hecho, de todos los restos se ha creado un banco de muestras que permitirá seguir con su estudio en un futuro con la esperanza de que las «nuevas técnicas permitan nuevos hallazgos», concluye Martínez Jarreta.