Un edificio que se levanta a un ritmo frenético con la labor de unos albañiles, con ritmos y herramientas de trabajo muy distintos, bajo las directrices de un capataz que habla alemán. A trazo grueso, ese puede ser el dibujo que Giovanni tiene de lo que está sucediendo en la Unión de los 27. "La construcción europea pretende unir mundos muy diferentes a toda prisa. Es muy bueno formar una zona común y dotarnos de las mismas normas. Está claro que Europa es el futuro, pero han pasado apenas diez años de la entrada del Euro y países como Grecia accedieron falsificando sus cuentas. Existen demasiados desequilibrios entre el norte y el sur y se pretende que llevemos la misma velocidad a costa del sacrificio de los ciudadanos de los países menos competitivos".

En su Italia también crece el descontento con todo aquello que tenga que ver con la bandera azul estrellada, pero a su juicio el movimiento euroescéptico que encabeza el Cinque Stelle de Beppe Grillo no tiene visos de ganar mucho más peso político del que ahora tiene. La crisis que vive la sociedad italiana presenta aristas distintas: "Allí los impuestos también están altos para acercarse a los alemanes, hay recortes y los bancos, como en España, apenas prestan dinero, pero allí la crisis ha sido más bancaria que inmobiliaria. Y, sobre todo, el paro que hay aquí es desmesurado. En Italia no vemos a este país como un futuro lugar de trabajo". Un territorio de paso, ideal para formarse y disfrutar de placeres como salir a tomar algo, lejos de la vida frenética de la Italia septentrional. Esa es la imagen que transmite España.