Una cosa es que salga a la luz que el núcleo duro del Gobierno y del PP se ha divorciado de José María Aznar, y otra cosa es exhibir ese distanciamiento a las puertas de unas elecciones que se prevén ajustadas y en las que la victoria de los conservadores depende del apoyo de su votante tradicional. De ahí que la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Saénz de Santamaría, varios ministros y la cúpula del PP arroparan ayer al expresidente en un acto con tinte electoral, y que este evitara los mensajes discrepantes y exhibiera su "compromiso" con su partido en un momento en el que se enfrenta a una batalla "difícil y crucial".

Aznar ejerció como telonero y presentador del cabeza de lista popular, Miguel Arias Cañete, en una conferencia-almuerzo organizada por ABC. El expresidente no ha querido participar en un mitin al uso, ni tampoco hacer su aparición en la campaña, que oficialmente no empezó hasta esta madrugada. De hecho, hace poco más de una semana, en un acto idéntico protagonizado por su esposa, Ana Botella, mostró su malestar con el hecho de que, hasta ese momento, su partido no le hubiera llamado para contar con él en la movilización del electorado. Finalmente, ante las maniobras de la dirección del PP para reconducir la situación y dada su amistad con Cañete, accedió a modificar su agenda internacional.

La expectación era máxima y todos los protagonistas se esforzaron por impostar sonrisas, aunque en la foto oficial la tensión fue evidente y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y Aznar ni siquiera intercambiaron unas palabras ante los fotógrafos. Ya durante su discurso, el exmandatario fue al grano y señaló que su presencia en el foro se debía a su aprecio hacia Cañete, a su "compromiso" con su partido y a su "europeísmo". Aznar alabó el "ambicioso plan de reformas" emprendido por Mariano Rajoy e hizo suya la tesis de que España está en vías de "recuperación". No obstante, advirtió a su sucesor de que las europeas "marcan tendencias" y pueden anticipar si seguirá en la Moncloa.

Aznar se reivindicó a sí mismo como un "militante cualificado" además de "presidente de honor" del partido y, en referencia a fuerzas en la órbita del PP que pueden restarle votos, como Vox, señaló que el partido conservador es "un monumento a la utilidad política de la integración y lo demás termina mal". Cañete tachó de "ruido" el distanciamiento Rajoy-Aznar.