Habrá que esperar a las intervenciones de hoy para que el debate de política general que comenzó ayer con el discurso del presidente de Aragón, Javier Lambán, despeje algunas de las incógnitas políticas que este dejó en el aire en su pormenorizado relato del estado de la comunidad. Ayer, durante la hora y trece minutos de parlamento (cinco minutos menos que en la edición del año pasado), escondió algunos de los asuntos que han protagonizado los principales debates durante este último año: la financiación autonómica, la política fiscal o los pactos políticos.

Javier Lambán articuló su discurso en dos partes bien diferenciadas. Por un lado, invirtió más de la mitad de su tiempo en hacer balance. En esta primera parte describió el contexto actual (sin olvidarse de las tensiones internacionales y los gobiernos «parafascistas» de Trump y Putin) y las consecuencias de la crisis económia y social.

ARAGÓN, A LA ALTURA

También detalló profusamente su gestión de Gobierno indicando que Aragón «ha estado a la altura» resistiendo mejor que otras comunidades a los problemas. Destacó la mejora presupuestaria en educación, sanidad, las energías renovables (disminuyendo su beligerancia en torno al mantenimiento del carbón), las infraestructuras ferroviarias internacionales y las políticas de igualdad de género. Destacó los sectores estratégicos de la industria, la logística, la innovación, la agroalimentación y la política cultural tuvo un peso destacado en su intervención.

Destacó «muy orgulloso» que Derechos Sociales tenga, con 39 millones de euros, el presupuesto «más alto de la Historia», lo que ha permitido atender a 27.788 personas. El Ingreso Aragonés de Inserción, por su parte, ha llegado a 7.189 perceptores. Las plazas concertadas de discapacidad, a 2.744. Y los niños atendidos en atención temprana, a 1619. En Educación, destacó que se hayan incorporado 1.500 docentes y un plan de infraestructuras de 152 millones.

Lambán eludió algunos de esos aspectos que hoy sin duda saldrán a la palestra, como el ICA, las condiciones de Podemos para negociar, las relaciones con el Ayuntamiento de Zaragoza (su alcalde fue el único de las tres capitales de provincia que asistió, a diferencia de otras ocasiones ne las que estuvieron los tres) los presupuestos o la política fiscal. Solo hubo un murmullo de desaprobación cuando el presidente resaltó el funcionamiento de los acuerdos con la formación morada por «el hecho de que Podemos no haya considerado reunir al Observatorio Ciudadano desde hace tres años», lo que a su juicio es «la mejor prueba de su visto bueno al desarrollo de los acuerdos». Fue la única mención a los pactos, así como el que hizo para destacar el funcionamiento de la coalición con CHA.

Es precisamente este punto en el que Lambán se sumergió en aguas incómodas para su socio nacionalista de Gobierno. Fue en sus alusiones al carácter fundacional de España de Aragón, su patriotismo y su concepto de aragonesismo españolizante o su españolismo aragonesizado, según se interprete. «Somos españoles porque antes fuimos aragoneses. Entre una y otra condición, entre uno y otro patriotismo no existe contradicción sino virtuosa complementaridad. La empresa española es la nuestra y su devenir nos importan en la medida en que es nuestro devenir», aseguró.

Un hecho que sirvió para abordar el conflicto en Cataluña con alguna comparación que molestó en la izquierda, al asegurar que los distintos Gobiernos han hecho «dejación de funciones en Cataluña» y una «política de apaciguamiento», situación que equiparó a los preámbulos del nazismo. Eso sí, responsabilizó a «la derecha más injusta y más corrupta» de la deriva independentista. Para solventar este problema, el dirigente socialista abogó por la multilateralidad. Solo «cuando todas las comunidades tomen la palabra en el debate», este «empezará a encontrar una salida». En este debate, «por razones de vecindad e intereses comunes, Aragón habrá de asumir una especial responsabilidad».

Fue uno de los pocos momentos en los que la intervención de Lambán se apartó de la senda más institucional y la corrección política, en un debate que hoy, sin duda, dejará intensos cara a cara, principalmente con los portavoces del PP, Cs y Podemos.

El presidente aragonés empleó una llamativa metáfora para apelar a la serenidad: «acabamos de entrar en el otoño, tiempo de la berrea de los ciervos en los montes aragoneses, y aquí, en la Aljafería, junto al Ebro, tiempo de política y diálogo sereno y respetuoso, tiempo de pensar en Aragón». Por ello, a juicio de Lambán a la comunidad «no le convienen frentismos, ni de izquierdas ni de derechas. El porvenir no necesita tanto proyectos partidistas de Gobierno como Gobiernos que lideren un proyecto común de Aragón».

Esta reflexión fue el colofón a un discursó que hoy encontrará la réplica de los grupos parlamentarios de la Cámara.