"El director del colegio no nos aseguraba que la niña que acosaba a nuestra hija fuera a cambiar, dada la situación familiar que vivía, y optamos por trasladarla a otro centro. Pero el problema siguió ahí porque la tomó con otra cría". Carmen (nombre supuesto) y su esposo vivieron una situación dramática con su hija de seis años. La pequeña iba a clase en un colegio público de Zaragoza y se convirtió en el objeto de las iras de una compañera.

"Todo empezó cuando me quedé embarazada y la niña lo contó en clase. La otra chica, cuyos padres estaban separados, se inventó que también iba a tener una hermanita. A partir de ahí comenzó a hostigarla. Le pegaba patadas, la insultaba y sobre todo la atormentaba. Le decía que yo me iba a caer por las escaleras, que su hermana se iba a morir... La torturaba", prosigue Carmen.

La niña comenzó a obsesionarse con el daño que podían sufrir su madre y su futura hermana. "Casi siempre salía llorando. Un día incluso quiso venirse a casa antes de acabar las clases", explica la madre. "Fui a hablar con la profesora y tuvimos suerte porque ella también se había dado cuenta de que ocurría algo. Me explicó la situación familiar de la otra niña y aconsejó que la psicóloga del colegio viera a mi hija por si la llegada de otro bebé a la familia había despertado en ella excesivos celos. El resultado fue negativo", añade.

Preocupación

La situación empezaba a desesperar a los padres, cuya preocupación iba en aumento. Desde la dirección del centro se requirió la presencia de la madre de la otra pequeña, pero ésta hizo caso omiso. "Afortunadamente nuestra hija nunca estuvo ni marginada ni desprotegida porque su grupo de amigos y amigas la apoyaba. Un día la otra niña le pegó y, a pesar de que en nuestra casa siempre le habíamos dicho que no tenía que implicarse en peleas, le aconsejamos que se defendiera aunque fuera castigada. A la primera oportunidad que tuvo le devolvió los golpes y ahí comenzó el principio del fin. En el momento en que la agresora vio que su víctima había dejado de ser débil, todo cambió", apunta.

No obstante, estos padres decidieron trasladar a su hija a un colegio concertado. No quisieron hacer más ruido. La pequeña, que asiste contenta a su nueva escuela, no quiere ni oír hablar de su antigua clase. Sin embargo, el problema se quedó en el centro. La acosadora eligió nueva víctima.

Además del calvario sufrido, tanto Carmen como su marido se llegaron a plantear si educar a los hijos en unos determinados valores "no los hace más vulnerables a este tipo de situaciones".