Marc Márquez tendrá mañana en Motorland la posibilidad de construirse su primer match ball para conquistar, en Tailandia (7 de octubre), su quinto título mundial de MotoGP en seis años. «No solo no pienso en ello, sino que no pienso correr con esa idea en la cabeza.

La mente sigue estando en seguir siendo competitivos, en pelear por el podio, que es lo que hemos hecho hasta ahora, y aumentar la ventaja sobre el segundo del Mundial», insistió ayer el tetracampeón, cuya mentalidad, según todos los consultados en el paddock cambió sensiblemente cuando perdió, en el 2015, el único título que se le ha escapado en estos seis años.

«Lo que más me gusta de Marc es ese punto de madurez que atesora. Cuando lo conocí con 12 años ya reflexionaba como un chaval de 20», cuenta Emilio Alzamora, su mánager y campeón del mundo de 125cc en 1999. «Yo creo que el Mundial del 2015, el que perdió ante Lorenzo y que también pudo ganar, le hizo reflexionar mucho sobre su comportamiento en la pista. Venía de conquistar los títulos del 2013 y 2014 y, ese año, la moto no estaba para ganar. Pero él se empeñó en que sí y arriesgó más de la cuenta. Demasiado. Y perdimos. Ahí aprendió que hay momentos en las carreras que uno ha de saber cuando un tercero, un cuarto, un quinto o un sexto es casi una victoria».

Lo mejor, en el límite

No lo dice mucho, pero Márquez reconoce que para él «quedar segundo es perder». Sigue siendo quien más podios tiene este año, quien más victorias ha sumado (cinco: EEUU, Jerez, Francia, Holanda y Alemania) y quien más poles ha logrado, pero ha aprendido que no siempre se puede ganar. De ahí que, como señala uno de sus técnicos, que prefiere mantenerse en el anonimato, «por fin ha aprendido a ser un poquito hormiguita, su mascota, y de ahí que se pase todo el día trabajando y acumulando puntos cuando no puede ganar».

Esa hormiga, que figura en la columna que corona la curva 10 de Motorland, le ha convertido en un piloto que agudiza su sentido de la estrategia y mide con minuciosidad las posibilidades reales de ganar o hacer podio en cada GP. «Puede que sea una pedrada mía», señala Carmelo Ezpeleta, máximo responsable del Mundial, «pero creo que Marc está mejor preparado físicamente que nunca y que nadie. Lo veo ágil, fibroso y con la fuerza de un maratoniano. Si cualquier otro piloto tratase de hacer lo que hace Marc, especialmente, en las plegadas y, sobre todo, en las salvadas que protagoniza, acabaría en la clínica móvil con algún hueso roto o con los músculos destrozados. La manera de pilotar de Marc destrozaría los aductores de cualquier otro piloto».

«Yo creo que la evolución de Marc no es fruto de la experiencia», indica Carlo Pernat, manager de Andrea Iannone y uno de los descubridores de Valentino Rossi. «Marc llegó al Mundial y decidió ganar carreras, impactar, demostrar que era el nuevo fenómeno de MotoGP. Una vez demostrado que es el líder de la nueva generación, de la que sustituirá al líder de la vieja, que no es otro que Vale, ha decidido acumular Mundiales. Y lo hace con la maestría de los grandes, de los inmensos, de los que perdurarán en la historia».

El campeonísimo Jorge Martínez Aspar es de los que piensa que estamos ante el nuevo fenómeno. Y punto. «Marc ha aprendido a dosificarse en carrera, a conformarse con el podio cuando no puede ganar. Perdió el título en el 2015 por intentar hacer lo que no podía, ganar con una moto inferior, pero, olvídate, como diría Pep Guardiola, estamos ante el puto amo. Nadie pilota al límite como él y nadie, como él, sabe cómo vivir en el alambre», aseguró Aspar, quien luego puso ejemplos para darle a Márquez la verdadera dimensión de lo que está haciendo como Kenny Roberts, Freddy Spencer, Schwantz o Valentino Rossi.