La intensa nevada que cayó ayer en Aragón, sobre todo en las provincias de Zaragoza y Huesca, provocó un importante colapso en las comunicaciones y una notable incidencia en la vida ciudadana. Carreteras intrasitables, colegios cerrados, tres pueblos del Aranda incomunicados, empresas paradas, numerosos actos públicos suspendidos y problemas para el traslado de pacientes fueron sólo algunas de las consecuencias en la comunidad.

El temporal de nieve que se abatió sobre Zaragoza fue el mayor de la última década --desde diciembre de 1995-- y uno de los más importantes de los últimos 40 años, con unas precipitaciones que alcanzaron los 8,5 litros por metro cuadrado en el aeropuerto y un espesor medio de 15 centímetros en la ciudad.

Ya a primera hora de la mañana, el Ayuntamiento de Huesca activó su plan de emergencia, mientras en Zaragoza la nieve comenzó a caer a las 8.15 horas y en seguida fue cuajando en las calles, en un preludio de la borrascosa jornada que se presentaba por delante. Ya a las 8.30, efectivos de la Policía Local y de FCC empezaron a esparcir sal en las calles --a lo largo del día se repartirían hasta 65 toneladas-- y una máquina con cuchilla limpiaba las calzadas.

Esta medida pronto se reveló insuficiente para la intensidad de las precipitaciones, que no remitieron hasta pasadas las 15.00 horas. Al filo de las 10 de la mañana, el Ayuntamiento de Zaragoza emitió un primer comunicado público, aconsejando que no se utilizaran vehículos y que los ciudadanos no salieran de casa, si no era por cuestiones imprescindibles. Pero para esa hora, el caos, en especial el circulatorio, ya se había adueñado de la ciudad. Los autobuses urbanos, aunque no llegaron a suspender ninguna línea, tenían graves problemas para llegar a barrios como Casablanca, San José, Torrero, Valdefierro o la Academia Militar y, en general, se quedaban parados en cuestas pronunciadas. Los taxis se fueron retirando poco a poco, hasta que no quedaron en las calles más que 300 unidades.

Vías importantes como San José quedaron cortadas, el tercer y el cuarto cinturón totalmente afectados, los puentes, intrasitables, y los accesos a los polígonos industriales, imposibles. Hubo ciudadanos que colocaron las cadenas.

Las afecciones a la vida cotidiana fueron totales, desde las más importantes, como el traslado de pacientes a los centros hospitalarios, que requirieron de dispositivos de emergencia, hasta las del regreso del trabajo, que obligó a numerosos ciudadanos a comer fuera de casa o a vecinos de los barrios rurales a desplazarse a pie hasta Zaragoza. Las quejas se multiplicaron, sobre todo por el transporte, tanto en llamadas a los medios de comunicación como en el propio ayuntamiento.

La intensidad de la nevada a media mañana sembró también la preocupación en los padres, que pensaban con incertidumbre cómo volverían sus hijos del colegio. La salida, a las 17.00 horas, no fue tan traumática como se esperaba, pero algunos centros como Marianistas sí tuvieron problemas y decidieron suspender las clases para hoy. Paralelamente, la ciudad se llenaba de escenas bucólicas: muñecos de nieve, trineos y hasta esquís.

PLANES DE EMERGENCIA Hacia las 11 de la mañana se activaron los planes de emergencia del Gobierno de Aragón, la Delegación del Gobierno y el ayuntamiento de la capital, que sacó a la calle más de 400 efectivos.

Pero no fue hasta las 2 de la tarde, cuando el temporal ya empezaba a remitir en Zaragoza capital cuando se tomaron las medidas más drásticas. A través de un decreto, se ordenó que se duplicaran las unidades de taxi. También salieron a la calle hasta 15 máquinas quitanieves, procedentes de empresas privadas que las cedieron al consistorio. Algo parecido a la normalidad empezó a llegar a la ciudad, aunque las bajas temperaturas nocturnas volvieron a causar problemas. El ayuntamiento, esta vez sí, aplicó un protocolo de urgencia para la noche.