Él llegó de un país, y se lo cuenta a quien le quiera escuchar, de amplias coberturas sociales y alto nivel de vida, en el que la clase política debe estar especialmente preparada, en el que solo gestiona aquel que ostenta una preparación altísima, en donde los jóvenes de 18 años se informan de la actualidad política porque les interesa y son capaces de entablar una conversación con sustancia. Él llegó de Lieja, la Europa real que en España se queda en ideal.

Partidario de la Unión Europea "sin reservas", Vilain aboga por que los votantes ejerzan su derecho: "No podemos exigirle al Parlamento Europeo que tome decisiones acertadas si no votamos en masa. Votar es hacer ruido y también decidimos quién va a mandar en la Comisión". Su país de origen estuvo dos años sin Gobierno estatal: "La Comisión Europea llamaba pidiendo recortes y no se ponía nadie al teléfono. Constituido el Gobierno, se acataron las directrices y el PIB se desplomó".

Lleva en España desde 1984 y conoce de sobras el percal. Es uno más, pero solo se ha quedado con lo bueno: "Lamentablemente la campaña electoral en España se está enfocando una vez más como una revancha entre dos grandes mazacotes de partidos. En Bélgica, el Parlamento Europeo no es visto como un cementerio de elefantes y los partidos, atomizados, buscan visibilidad para demostrar que trabajan por los ciudadanos".