"Señoras, haya calma en el gallinero". Con estas palabras y micro en mano, el delegado de culto, Luis Antonio Gracia, intentaba poner orden en el interior de la basílica del Pilar. Una masa de devotos, frikis , turistas y zaragozanos se agolpaba junto al Camarín de la Virgen desde las tres de la tarde. No cabía ni un alma. Y, pasadas ya tres horas, los ánimos se soliviantaban. Excepto para un caballero del Pilar que consiguió completar su media hora de rezos mensual en plena vorágine mediática.

El calor era asfixiante y la expectación, tremenda. De vez en cuando, algún golpe musical cortaba la tensión. En unos casos, el himno de la Virgen. En otros, incluso una jota dedicada. Y la megafonía volvía a sonar: "Señoras, colaboren. Les rogamos que hagan pasillo".

El anuncio iba también para los de fuera. Para todos aquellos que habían ido encontrando un hueco entre la puerta y el altar de la Virgen o en el paseíllo que se suponía realizarían los novios. La devoción unía bajo el mismo rasero a propios y extraños, a señoras enjoyadas y a abuelas con solera.

Y no sólo los Príncipes fueron motivo de observación. Un grupo de adolescentes, capitaneado por Marian Marín, incluso concedió el calificativo de "monumento" a algunos de los escoltas, que fueron objetivo de sus cámaras.

Así, entre risas y charletas, y aprovechando para coger un buen moreno, muchos fueron soportando la espera. El alcalde, Juan Alberto Belloch, también quiso tener su propio baño de gloria real, saludando a la multitud desde el balcón del ayuntamiento. Algunos estudiantes, como Víctor Huélamo y Silvia Aguarón, incluso habían hecho pirola para estar ahí, a dos telediarios de los exámenes. Pepa Romeo iba de paso, pero se quedó. Y también Asunción Linares, una turista de Barcelona, que interrogaban sin cesar a la prensa: "¿Por aquí pasarán?".

"Cuando te casas, lo primero que hay que hacer es visitar a la Virgen del Pilar", aseguraba Marian. "Esperábamos que vinieran pronto, según una costumbre antigua para la familia real", explicaba Antero Hombría, que no pudo ver en directo el enlace real. "Es una pena que no hayamos tenido tiempo de preparar nada, pero es un honor recibirlos, sobre todo, estando en el año del centenario de la coronación de la Virgen".

Para todos, el Príncipe era "maravilloso" y "guapísimo" y Letizia "estupenda" y "preciosa", al igual que el traje de la novia, la boda, el banquete y todo lo demás (incluso el traje de Agatha Ruiz de la Prada). Y lo demostraron cuando llegó la pareja. "Vivan los novios", coreaba una y otra vez la multitud, que también llamaba incesante a los protagonistas: "Felipe", "Letiii...".

No hubo empujón que pudiera con el fervor popular. Todos "encantados" y "agradecidos". Dispuestos a lo que fuera desde que se enteraron de la visita, precisamente por el telediario . A la salida del Pilar, Letizia lanzó un "bien, gracias" como respuesta a los medios. El Príncipe pedía "calma". Y algunos ciudadanos, más locuaces, lanzaban sus propias peticiones, como Agustina Olmo: "El heredero debería bautizarse aquí, porque el Pilar es mucho Pilar y por eso yo vengo de Murcia a verlo".