A Aliaga, el PP le tenía ganas. Y consiguió ponerle nervioso. Desde el minuto uno del debate, uno de los que aspiran a ser líder de la oposición en la Aljafería, el presidente popular Luis María Beamonte, (ayer fue el más crítico y duro aunque no se le luce mucho) lanzó sus dardos --miradas incluidas-- hacia el presidente del PAR por dejar tirada a la triple derecha y ponerse del lado del bloque de la izquierda. Se palpó el rencor: «Se ha encamado sin vergüenza alguna con Podemos», le lanzó. «Va a gobernar con quienes un día le llamaron derecha rancia», le acusó. Y se vieron muchos celos: «También pudo formar un gobierno con los partidos de centroderecha con toda la legitimidad del mundo». Claro que en ese centroderecha incluía el popular a la ultraderecha de Vox...

Cuando el líder del PAR subió a la tribuna (con una corbata de color morado Podemos) les faltó tiempo a los diputados populares para interrumpirle con sus aspavientos y sus comentarios en voz alta, mientras el futuro vicepresidente decía que ha habido «incompatibilidad e incapacidad manifiestas en otras exploraciones políticas para llegar a acuerdos»... Eso sí, fue tanto el entusiasmo que puso Aliaga en la defensa del acuerdo con Lambán y el resto de partidos (dijo que era «magnífico», «novedoso» y «atrevido») que al final calló a la bancada de la derecha y se creció tanto que llegó a decirles a la cara que «algunos de los acuerdos PP-PAR fueron funestos para nosotros».

Desde ese momento, el hemiciclo solo basculó hacia el centroizquierda. Aliaga no fue el mejor, pero se convirtió en el eje por el que fueron discurriendo el resto de intervenciones políticas hasta llegar a la votación.

Se pudo ver que el Gobierno que va a presidir el socialista va a ser complejo pero lo que no se sabe es si será más o menos dificultoso que el Ejecutivo PSOE-CHA en minoría que Pablo Echenique les dejó formar hace cuatro años. Porque no hay que olvidar que este Gobierno saliente está sin presupuestos porque Podemos no quiso; ni pudo aprobar el, entonces prioritario, proyecto de la Renta Social Básica porque a los morados no les gustó, y tuvo que arrimarse a Ciudadanos, PP y PAR para rebajar el impuesto de Sucesiones. O sea, que las complejidades vienen en minoría y/o en colectividad.

Se vio un bloque gubernamental unido, con ganas y esperanzado por el nuevo reto. Un bloque de derechas dividido: oscuro y perdido por el extremo, con los trazos gruesos de la oposición nacional por lo que representan los más clásicos del grupo, y expectante y con ganas de colaborar por el territorio por la parte más centrada. Y a la izquierda, Álvaro Sanz tiene vía libre para ser el adalid de las políticas más progresistas de las Cortes de Aragón. Sabe que, a diferencia del lado derecho, muy concurrido, por ahí IU no va a encontrar rival.