El problema es que el presidente aragonés no debería haberse visto en la tesitura de levantar teléfonos y decidir la comparecencia de Bandrés para calificar de insuficientes las inversiones del Estado en Aragón. Es muy triste que en ´Madrid´, gobierne quien gobierne, se ignoren las carencias de esta tierra y se omitan con reiteración y a veces con alevosía necesidades evidentes. El equipo de Zapatero no se puede dormir en los laureles con la comunidad por haber parado el trasvase. Y eso debe recordarlo Iglesias con vehemencia, dando un puñetazo en la mesa de algún despacho ministerial si llega el caso.