Aunque hasta hace unos años los aros de cebolla no formaban parte habitual de nuestra alimentación, las cadenas de comida rápida se han asegurado de convertirlos en un snack conocido y muy popular. El contraste entre el dulzor de las cebollas y el rebozado crujiente y salado hacen las delicias de los que los prueban, llegando incluso a sustituir a las patatas fritas en algunos contextos.

Preparar aros de cebolla en casa tiene su truco, y la clave está en conseguir replicar la textura crujiente de la cobertura. Por supuesto, siempre podemos optar por sacrificar parte del resultado final y hacerlos en el horno para que sean mucho más sanos al ahorrarnos el aceite de freír, pero con esta receta buscaremos imitar los aros de restaurante dándole además nuestro toque casero.

Antes de empezar, conviene tener un par de cosas en cuenta. Las cebollas darán mejor resultado cuanto más dulces sean, y la textura será más crujiente y deliciosa si mezclamos a partes iguales la harina de trigo y la maizena, aunque usar únicamente esta última también puede dar buenos resultados si alguno de los comensales es celiaco. También podemos ponernos creativos y sazonar la mezcla de harinas con especias como pimienta, cayena, pimentón, curry, comino u otras hierbas.

Ingredientes

  • Dos o tres cebollas (según el tamaño)
  • Dos huevos
  • 80 gramos de maizena
  • 80 gramos de harina de trigo
  • 200 mililitros de leche
  • Pan rallado
  • Una cucharadita de levadura química
  • Sal

Preparación

  • Cortamos las cebollas en aros de 1 centímetro de grosor.
  • En un recipiente ponemos la mezcla de harinas (y las especias, si queremos añadir alguna). Añadimos los aros.
  • Empapamos bien los aros de harina, los sacamos y reservamos.
  • Separamos las yemas y las claras de los huevos.
  • Batimos las yemas y añadimos las harinas y la levadura.
  • Removemos con una varilla y, muy poco a poco, incorporamos la leche FRÍA (muy importante que esté fría).
  • En un bol batimos las claras con un pellizco de sal hasta que estén blancas, pero sin llegar a montarlas.
  • Añadimos las claras a la mezcla de yemas, harinas y levadura. Es importante que este paso se haga inmediatamente antes de empezar a freír.
  • Preparamos un recipiente con el pan rallado. Pasamos los aros, ya enharinados, por la mezcla de huevos, harina y levadura, y después por el pan rallado.
  • Freímos los aros rebozados en un cazo o en una sartén honda con aceite de girasol o de oliva a bastante temperatura. Es importante que queden sumergidos por completo, y lo ideal es no poner demasiados de golpe.
  • Damos varias veces la vuelta a los aros hasta que están perfectamente dorados por ambos lados. Los sacamos y los ponemos sobre un papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
  • Espolvoreamos un pellizco de sal sobre los aros y servimos.