La larga, rica y agitadora trayectoria del teatro aragonés bien merecía el esfuerzo que ha hecho el departamento de Cultura de la DGA para poner en marcha el Centro Dramático de Aragón, la sociedad pública que anoche echó a andar con el teatro lleno y muchas ilusiones sembradas. Los 237.000 euros de inversión y los seis meses que se han empleado para perfilar y arrancar este primer proyecto demuestran que cuando hay ganas de hacer cosas, y de hacerlas bien, sólo es menester emplearse a fondo. El departamento de Javier Callizo lo ha hecho, y los actores --la cantera aragonesa es firme y está muy nutrida-- han sabido responder a las expectativas que se creaban. Es una pena que este paso no haya coincidido con la inauguración del nuevo teatro Fleta, que será la sede de esta nueva empresa cultural y habría que empezar a preguntarse qué ocurre con esas obras que se están, al parecer retrasando y encareciendo en exceso. El Centro Dramático debe ser el gran proyecto cultural de Aragón --de las tres capitales y de todas las comarcas-- y no un proyecto más, como lo ha sido el Ballet de Zaragoza. La experiencia más reciente es tan desafortunada que este nuevo y ambicioso reto cultural no puede ser otra flor de secano.