Llega con pantalones de cuero Barbara Hendrix a Zaragoza y en una entrevista para este periódico en el Auditorio, la mezzosoprano confiesa que cada día, al levantarse y echar un vistazo a la jornada que le espera por delante, ve que hay tanto por hacer que entonces no le da tiempo a interpretar el papel de diva. De diva bajo los focos. Fotos, no.

Barbara Hendrix afina bien. Más que tener muchas cosas en la cabeza, lo que verdaderamente significa esa frase suya es que la autora tiene cabeza, cosa que no es poco en estos tiempos de arrogantes al por mayor. La norteamericana, feliz con tanta batalla ciudadana contra la guerra, siguió la línea del recientemente fallecido Miquel Batllori, un sabio callado. En un reportaje televisivo, a la pregunta de qué tipo de hombres eran los que más le molestaban, el humanista no dudó en contestar: "Los estúpidos vanidosos".

Hay mucha gente que va por ahí muy crecidita, muy suelta con eso del autobombo, como si ellos anduviesen pisando la planta noble y el resto de la humanidad viviese a la intemperie, bajo la uralita y sin otro destino que llevarles la carpeta. Los divos, los abonados a la matraca, terminan por hacer reír al público al que pretenden asombrar. En el fondo y en la forma no dejan de resultar tipos un poco patéticos. La inseguridad tiene muchas formas de vestirse y en Aragón el engolamiento está resultando últimamente el traje más repetido de esta temporada Cibeles.

Basta echar un vistazo a ciertos sectores de Zaragoza, a los prohombres y promujeres, a muchos de los representantes del "mundo de..." (la política, la cultura, la empresa...y otros que se han matriculado por libre en esto del estrellato) para comprobar que el divismo va por barrios.

Se están hinchando peligrosamente los pavos, hay muchos que ya no caben en sí y necesitan dos, tres, tallas superiores. Y, además, lo malo es que te lo cuentan. Mi incomparable obra de arte, mi balance de empresa, mi proyecto, mi intervención, mi billetera... Digamos que se multiplica el colectivo Aires de Grandeza, se infla el globo mientras que la auténtica gente de mérito sigue en lo suyo, sin carraspeos de fatuos, sin llamadas promocionales, despacio y con buena letra, proporcionando los mejores titulares como ocurre con esa generosa Pierrette Gargallo, que ha donado obras de su padre para Zaragoza. Ella tampoco tiene nada de diva. Ni falta que le hace.