La que aparece en televisión exhibiendo sus muñones o sus bubas morales, y la que, de este lado de la pantalla, goza con su contemplación, es gente normal y eso es lo escalofriante. A diferencia del antiguo circo o de las viejas atracciones de monstruos, donde el elenco era un elenco profesional, artistas salvados de la exclusión social mediante la orgullosa afirmación de su oficio, los actuales freaks en nada se diferencian de los espectadores.

Muchos de esos seres demediados que hacen en la televisión las delicias de la gente normal proceden de esos casting o pruebas de selección que, bajo la apariencia de reality shows , suministran a las televisiones los monstruos necesarios. Chillan, calumnian, deshonran, se traicionan, se acusan unos a otros de ladrones de maltratadores, de putas o de arrastrados, y todo eso, sólo eso, compone el argumento de los programas, que pagándoles por cuatro rebuznos lo que un honrado trabajador no gana en tres meses, son consumidos golosamente por lo que bien parece una turba que se mira en un espejo. Son gente normal, que vota, que condiciona la realidad general, y solo la sospecha de que eso es así a mí me produce escalofríos.

*Periodista