Renfe cierra el "canfranero" (tramo de Huesca a Canfranc) de lunes a viernes. Lo hace de forma cuasi indefinida para realizar, se supone, la rehabilitación general que la vieja línea necesita antes de volver a ser plenamente operativa. Pero al no concretarse plazos para la reapertura ni haberse presentado un plan de obras, las dudas han surgido de inmediato: ¿estamos ante el fin de los problemas que arrastra desde hace años el emblemático tramo ferroviario?, ¿o esto es sólo la escenificación del definitivo final de su servicio?.

El tren a Canfranc no debiera ser en estos tiempos una mera concesión a la nostalgia y el romanticismo. Esa línea, convenientemente renovada, podría convertirse en un eje de gran interés para alcanzar el Pirineo a través de su magnífica estación. La puesta en marcha de la velocidad alta hasta Huesca permitía hacerse ilusiones en orden a recuperar el concepto del tren blanco , el tren de los excursionistas y montañeros, una forma cómoda, limpia y bella de llegar al corazón del Pirineo, y al mismo tiempo una apuesta sostenida por la recuperación un día del carácter transfronterizo de dicho ferrocarril. Sin embargo, no sabemos si es eso lo que de verdad va a pasar. La experiencia aconseja no ser demasiado optimistas.