Poco a poco las estaciones de ferrocarril de Aragón van cerrando sus vetustas instalaciones, bien porque el número de viajeros que cogen el tren ha descendido o bien porque su propietario, Renfe, ha optado por automatizar sus instalaciones en beneficio de la seguridad y en detrimento de los usuarios. En estos momentos, una veintena de estaciones ferroviarias están en peligro de desaparecer por una drástica reducción del personal que ahora atienden las instalaciones. Unas instalaciones que hace décadas dejaron de recibir dinero no sólo para mejorar su mobiliario y aspecto, sino incluso para mantenerlo, por lo que no es de extrañar que algunos edificios estén practicamente en ruinas. Es difícil saber de quien es la culpa de la situación. Si es por la falta de usuarios, que lleva a reducir líneas o si la falta de trenes modernos y rápidos lleva a los viajeros a elegir otros medios de transporte. En cualquier caso, por unos y otros, la casa sin barrer.