La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega salía ayer del Pignatelli, sede del Ejecutivo aragonés, compartiendo vehículo con su anfitrión, Marcelino Iglesias, cuando se topó con un grupo de trabajadores de Siemens que la esperaban para darle a conocer la situación de la planta en Zaragoza, abocada al cierre. De la Vega hizo parar el vehículo y se acercó a hablar con los empleados de la multinacional para señalarles que ya estaba al corriente. La actitud y la "amabilidad" de la vicepresidenta sorprendió a los miembros del comité, a quienes indicó que no estaban solos y que se intentaría ayudarles desde el Ejecutivo. Todo un detalle.