El éxodo rural, iniciado el siglo pasado, ha despoblado gran parte del solar aragonés; núcleos deshabitados y territorios desertificados por escasez de alicientes constituyen el triste resultado de una migración forzada en pos de un espejismo: la ilusión de un futuro mejor. Hoy, inmersos en los despojos de una grave crisis económica, cuyo origen, más allá de la especulación financiera, se asienta en los postulados liberales y neo conservadores impulsados por el capitalismo más feroz, es de celebrar el retorno a los sabios principios de un desarrollo sostenible en armonía con la vida natural. Eso es, precisamente, lo que pretende en Leciñena el Grupo Forcañada y, más en concreto, su sección Ecomonegros 03, con el proyecto para la recuperación de la variedad de trigo Aragón 03, una semilla que cultivan ecológicamente de forma artesanal y que proporciona harina de gran calidad, con ese sabor de antaño capaz de satisfacer a los más exquisitos paladares, tantas veces defraudados por insanos y grasientos sucedáneos industriales.

Hoy, el pan que la familia Marcén produce, controlando todo el proceso desde la siembra a la distribución del producto final, puede encontrarse en los mejores restaurantes zaragozanos y ha alcanzado un sólido prestigio en el ramo, algo, sin duda, más estimulante que los también numerosos galardones recibidos.

Sin embargo, aunque sea muy loable el carácter emprendedor de esta empresa, aún es más importante su pretensión regeneradora de la vida rural desde una perspectiva de progreso compatible con la conservación del entorno. Ahora, cuando las nuevas tecnologías y facilidades de comunicación hacen posibles nuevas modalidades de residencia, iniciativas como la de Ecomonegros son especialmente dignas de apoyo y aplauso. Escritora