La reunión, el martes, de representantes de los partidos firmantes del pacto antiyihadista (firmado en febrero del 2015 por Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y al que luego se sumaron otros partidos, con las notables excepciones de Podemos, IU, CDC, ERC y PNV) fue una reacción de carril ante los atentados de Bruselas. Los dirigentes políticos saben que era algo que había que hacer sí o sí ante la conmoción originada por semejante barbarie. Y qué menos que mostrar unidad política frente a los terroristas.

En este caso, el tradicional cierre de filas tenía también por objetivo dar una sensación a los ciudadanos de que aquí, aun con el Gobierno en funciones, hay alguien a los mandos. La opinión pública es, lógicamente, muy sensible a esta amenaza brutal y teme que el vacío de poder sea un lastre en el combate contra las células yihadistas, también presentes en España. Pero en ese tipo de reuniones de partidos ni se baraja información confidencial sobre el terrorismo, ni se abordan planes de seguridad específicos. Su sentido hay que buscarlo, como los minutos de silencio, en el terreno de los gestos.

Sin embargo, la retórica habitual de la unidad frente al terrorismo suele quedar aparcada en cuestión de minutos cuando se entra en el rifirrafe político de bajos vuelos. Eso ha pasado también en esta ocasión. Ciudadanos se ha quejado de que el Gobierno invitara a la reunión, como observador, a un representante de Podemos, partido que no firmó el pacto. Los de Rivera pretenden de ese modo poner una cuña entre Iglesias y Sánchez con la mirada puesta en las negociaciones para formar una mayoría de Gobierno. No importa el terrorismo, el caso es enredar.

El uso del terrorismo en la gresca política es un clásico en este país. Por no remontarnos demasiado lejos, lo utilizó el PP contra Zapatero hasta límites desconocidos en nuestra democracia. Lejos de los habituales discursos del conmigo o contra mí, tenemos ahora una excelente oportunidad de ver cómo enfocan la lucha antiterrorista fuerzas emergentes como Podemos o la CUP, generalmente anatemizadas en este asunto.

Periodista