El reloj corre hacia el 2 de mayo y los partidos comienzan a salir del sopor de la Semana Santa. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reunieron ayer en un ambiente muy distinto del que reinaba el 5 de febrero, en su último encuentro, cuando el líder de Podemos vetó una negociación que incluyera a Ciudadanos; o el 2 de marzo, cuando desde la tribuna del Congreso acusó a Felipe González de tener las manos manchadas de cal viva.

Si Sánchez tiene su futuro político pendiente de salir airoso del rompecabezas de las alianzas para llegar a la Moncloa sin alarmar a sus barones, Iglesias no pasa por un momento mejor. El enfrentamiento con su número dos, Íñigo Errejón, y las dudas de si podría repetir alianza con sus confluencias hacen que las nuevas elecciones no sean una buena opción. El terreno está más abonado para el diálogo y ayuda a evitar la gesticulación excesiva. A 33 días de la fecha límite para la disolución de las Cortes, todos se cuidan también de no aparecer ante los españoles como los intransigentes que impidieron un acuerdo.

Dicho esto, es evidente que las posibilidades de pacto son aún lejanas. Iglesias ha levantado el veto a Ciudadanos y abre paso así a reuniones tripartitas de técnicos para explorar puntos de acuerdo, pero la línea de separación está clara: Podemos espera una alianza de izquierdas, con Ciudadanos de mero soporte parlamentario, y los de Albert Rivera aguardan lo propio de los de Iglesias, y no quieren ni oír hablar de ver al partido morado en el Gobierno. Y mientras Ciudadanos presenta los 200 puntos pactados con el PSOE como base a la que debería sumarse Podemos, Iglesias insiste en negociar un acuerdo nuevo, al que se podría incorporar el partido naranja. Con buenas maneras, el líder socialista ya ha dejado claro que no concibe ningún acuerdo que no tenga el sí de su aliado Ciudadanos, pieza clave en el proyecto de formar una mayoría transversal en el Parlamento.

Con estas posiciones sobre la mesa, está claro que queda mucho camino por recorrer. Pero, por el momento, esta es la única vía abierta mientras el PP mantenga la candidatura de Mariano Rajoy. Hoy por hoy, en lo que sí están de acuerdo PSOE, Podemos, Ciudadanos y el resto del arco parlamentario es que con el actual presidente en funciones no se va a ninguna parte, que no sea a las urnas.