Luis S. Cebolla

Zaragoza

COMUNICACIÓN

Supongo que no seré yo el único que se cabrea cuando pretende pedir una cita, cambiar algún dato, o informarse de algo, sea en un organismo público o privado y aparece al otro lado del teléfono una centralita, una máquina o la Siri de turno. Primero te pide permiso para grabar la conversación (al amparo de la ley de protección de datos) y al final después de un laberinto de preguntas, me pasa con un agente, que nunca se pone, porque están todas las líneas ocupadas y me pide que llame más tarde. Total, más de 5 minutos al teléfono para nada. Eso sí, cuando les interesa hacerte una oferta, si te llama un ser humano para darte la paliza.

Digo esto porque ahora con la pandemia, han estado muchos teléfonos y centralitas de servicios públicos absolutamente colapsados, pero tiene un pase porque era algo excepcional, lo que ya no es admisible es que por ejemplo hoy, para pedir cita médica, haya tenido que realizar 8 llamadas infructuosas, en parte porque la dichosa máquina no entendía mi voz humana y al final lo he tenido que solucionar yendo en persona. No me gustan las máquinas, no me llevo bien con ellas, donde este una persona para la atención al público, que se quite todo lo demás, llámenme anticuado, me da igual.

Pero yo no hablo con máquinas.