Este año celebramos la festividad de la Virgen del Pilar en circunstancias extraordinarias. La pandemia del coronavirus, Covid-19, desde el mes de marzo, ha trastocado inesperadamente nuestras vidas. Una pandemia que está siendo una auténtica tempestad, pues ha desenmascarado nuestra vulnerabilidad y ha dejado al descubierto nuestras falsas seguridades. Vivimos tiempos de hondo sufrimiento, incertidumbre y perplejidad, que agudizan el cuidado de la fragilidad, especialmente de las personas ancianas.

Nosotros, aunque no podamos celebrar la multitudinaria ofrenda de flores, la solidaria ofrenda de frutos, el fervoroso rosario de cristal y otros actos festivos de las tradicionales fiestas de la Virgen del Pilar, no por eso hemos dejado de celebrar su tradicional novena, organizada por el Cabildo Metropolitano, que nos ha preparado a su fiesta. Aun en medio de la crisis social y sanitaria, festejamos con júbilo el día grande de Nuestra Señora del Pilar, unidos a tantos hermanos de Aragón, de España y de las naciones hermanas de Hispanoamérica. Gracias a la TV, a las más modernas tecnologías de la comunicación y a las redes sociales, la Virgen del Pilar puede entrar en nuestras casas y nos conforta con su presencia.

Quizá también es el momento de que "la que más altares tiene" -como canta y reza la jota- sea honrada con todo el amor en el corazón de sus devotos, de todos quienes de una manera o de otra sienten su presencia benéfica, una presencia maternal que nos hermana incluso en medio de las diferencias. Me atrevo a decir que podemos aprovechar esta situación sobrevenida para interiorizar esta fe aragonesa sencilla y fuerte, buscando su autenticidad personal y social.

Cuidado y responsabilidad

Los miembros de esta comunidad católica de Zaragoza, a imagen de María, nos planteamos ser una Iglesia con corazón, también y de un modo especial en este tiempo de pandemia. No puede ser de otro modo. La fe que profesamos nos obliga a vivir el servicio de la caridad y del cuidado: por eso, estamos dispuestos a acompañar y servir a las personas y a las familias que se han visto más afectadas por la pandemia con una esperanza activa. Como creyentes, acogemos los desafíos que nos plantea la grave crisis sanitaria, social, económica y laboral.

Si "Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente" (Papa Francisco, 17 de abril de 2020), nuestra Iglesia diocesana tampoco puede hacerlo. La imagen del Pilar evoca la seguridad que queremos ser para todos los que sufren. Procuramos hacerlo personal y comunitariamente, a través de Cáritas y de otras instituciones que, siendo parte de nuestra Iglesia, siguen y seguirán ofreciendo gestos de justicia y caridad a los hermanos excluidos.

También oración

En este día, volvemos la mirada y el corazón a la Virgen del Pilar. Ella es guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida. San Bernardo rezaba así: "Si te ves arrastrado contra las rocas del abatimiento, mira la estrella, invoca a María". Nuestros padres y antepasados siempre han acudido a la Virgen del Pilar para obtener su protección en momentos de peligro y angustia, en tiempos de guerra y de paz, en épocas de pestes y epidemias. Ella, como cantamos en su tradicional himno, es siempre madre y amparo celestial: "luz hermosa, claro día".

En la festividad de María del Pilar, celebramos su presencia entre nosotros. Desde la bendita y alabada hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, según la venerable tradición, María se ha hecho entre nosotros pilar y templo de nuestra fe, morada que tiene a Dios en medio y no vacila. María ha elegido y santificado esta ciudad con su presencia, para que en ella resida su nombre por siempre. Desde esa alabada hora tenemos como guía la columna que nunca ha faltado al pueblo ni de día ni de noche. Esa es la inscripción que pisamos en el suelo de la plaza del Pilar, convertida en el salón mayor de Zaragoza.

Por eso, podemos celebrar su fiesta grande con esperanza y oración suplicante, para poner ante su venerada imagen y bajo su manto maternal las necesidades espirituales y materiales de estos tiempos de pandemia. ¡Feliz fiesta de la Virgen del Pilar!