Los Presupuestos del 2021 son ambiciosos en las cifras (7.454 millones de euros) y en los objetivos. Buscan tres grandes retos: mantener los servicios públicos, pese a tener menos ingresos propios, afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y trabajar por el Aragón del futuro ayudando a crear empleo al tiempo que se moderniza el sistema productivo.

Como principal herramienta de gestión, los Presupuestos del próximo año deben compatibilizar la bajada de ingresos propios a causa de la pandemia con el incremento de recursos necesarios para dar respuesta a la crisis. Es un doble juego, aparentemente incongruente, que se hace posible gracias a las ayudas extraordinarias del Gobierno de España a las comunidades autónomas, y al plan de recuperación puesto en marcha por la UE con financiación y medidas especiales. Sin estos apoyos, no tendríamos nuevos Presupuestos.

Junto a estas circunstancias derivadas de la crisis del covid, estos Presupuestos tienen la virtualidad de ser abiertos y flexibles. La irrupción del virus nos ha obligado a reacomodar muchas de las partidas, a fin de responder al incremento de las demandas de Sanidad o Derechos sociales, así como a las necesidades de sectores económicos fuertemente castigados por la pandemia. Asalariados, trabajadores autónomos o pymes, entre otros ámbitos, han sufrido y siguen sufriendo en esta crisis de final incierto. De la misma manera, las cuentas del 2021 tendrán que estar al servicio de las necesidades pendientes y las sobrevenidas.

Estrategia de Recuperación de Aragón

Junto a esa flexibilidad, el nuevo presupuesto recoge ampliamente no solo los objetivos marcados en el pacto de gobierno por PSOE, Podemos, PAR y CHA, sino las propuestas incorporadas en la Estrategia de Recuperación de Aragón. Por eso la apuesta por proyectos estratégicos de futuro en sectores punteros como las nuevas tecnologías, la energía, la informatización, la automoción, la vivienda o la agroindustria. No hablo solo de economía y números, sino de la primera aspiración como aragoneses, que es la de tener un trabajo estable y un empleo decentemente remunerado.

La salud, los servicios sociales, la educación, el desarrollo del medio rural, la potenciación de la industria o el I+D+i subrayan un presupuesto que no supone incremento fiscal. Al mismo tiempo, hemos optado por la estabilidad y la sostenibilidad financiera. La UE y el Gobierno de España han relajado las obligaciones con la deuda y el déficit, como estábamos esperando todas las comunidades autónomas, pero esto no invalida nuestro compromiso por controlar el gasto e imponer la contención en la gestión.

Es también un presupuesto que nace con el mayor consenso político de la historia de las Cortes de Aragón, demostrando el máximo respeto a todas las sensibilidades ideológicas. Extendimos nuestra mano a todos los partidos y fue posible también el acuerdo con IU y Ciudadanos; pero fue imposible con el PP, que optó por quedarse como compañero parlamentario de Vox. Y no solo a su lado, sino rivalizando en nivel de confrontación y pesimismo.

Pese a todo, al borrador aprobado en noviembre se han incorporado, al final de la tramitación, decenas de propuestas de la oposición. El Gobierno espera que la Estrategia de Recuperación, apoyada ampliamente por la sociedad aragonesa, sea de nuevo lugar de encuentro y entendimiento, incluso de renovación. Los fondos anticrisis de la UE son también una buena razón para pensar todos juntos, en lo social yen lo económico. Ese es el deseo del Gobierno autonómico.

Sabemos que, al margen del color político con el que se mire, es complicado gestionar en tiempos de pandemia, porque el propio comportamiento del virus va cambiando los planes y las respuestas. Que se lo pregunten a los alemanes, franceses o ingleses, sorprendidos en una segunda ola que echa por tierra algunas de las certezas acumuladas. Sobre todo, es complicado porque el recurso político de convertir la pandemia en arma arrojadiza no es, desde luego, ni eficaz ni pedagógico para los ciudadanos. Por suerte, en Aragón los niveles de confrontación son algo menos virulentos que en otros escenarios.

De alguna manera seguimos funcionando como la letra de la famosa jota, «si canto me llaman loco, y si no canto, cobarde»... Hagas lo que hagas nunca será bien recibido por aquellos que entienden la política como un ejercicio de obediencia ciega a los propios y rechazo sistemático a los ajenos. No es ese el ánimo del Gobierno de coalición de Aragón, ni mucho menos el espíritu de los Presupuestos del 2021, tan abiertos a las circunstancias de la pandemia como al interés general de los aragoneses.

El próximo año nos pondrá a todos a prueba, a nivel regional, nacional e internacional. Espero que, desde el Gobierno de Aragón, con un presupuesto excepcional, estemos a la altura que se merecen los aragoneses.