Los actos de homenaje al presidente del PP aragonés Manuel Giménez Abad, asesinado por ETA hace hoy 20 años comenzaron ayer con el descubrimiento de una placa en el lugar en el que un pistolero acabó con su vida, delante de su hijo menor, en pleno centro de Zaragoza. Por la tarde se celebró otro acto y hoy las Cortes de Aragón, donde el político jacetano escribió más de una página brillante como diputado, volverá a recordarle. El atroz crimen causó un profundo impacto en la sociedad aragonesa, donde Giménez Abad, Manolo, como todos le llamaban, siempre fue puesto como ejemplo de político moderado, honesto y abierto al diálogo. Por eso los enemigos de la democracia lo mataron. Porque era un blanco fácil y pensaban en su delirante espiral de odio que callando su voz silenciaban una forma de hacer política en la que la palabra era la única arma para cambiar las cosas.

Los terroristas dejaron un profundo dolor en una familia y en muchas personas que trataron y quisieron al político altoaragonés, pero no cumplieron su objetivo final, ya que la huella de Giménez Abad es la impronta de los mejores valores democráticos. Desde su asesinato se han sucedido los homenajes para perpetuar su memoria y dejar de ejemplo a las generaciones venideras que la violencia es inadmisible como elemento persuasivo en una democracia.

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN siempre mantuvo con Giménez Abad una cordial relación de respeto mutuo. Con motivo del 30 aniversario del diario, en la que decoramos nuestra fachada con los personajes decisivos de estas tres décadas, su imagen fue la primera en colgar de las paredes. Y fue nombrado Aragonés de Honor a título póstumo en la gala anual del periódico. En tiempos políticos convulsos, de relevos en el PP y la crisis que este partido vivía en Aragón por el trasvase del Ebro, Manolo fue un hombre valiente que afrontó con entereza las críticas y actuó con coherencia e integridad. Todo lo contrario que sus asesinos. Por eso, el mejor homenaje posible en la política es emular su talante y seguir sus pasos templados. Falta hace en tiempos convulsos y crispados.