La neuropsiquiatría cognitiva se esfuerza por diferenciar qué trastornos son producidos por el cerebro, cuáles por la mente, y cómo afectan al conocimiento, dominio, voluntad y memoria, entre otras cualidades y mecanismos de los seres humanos.

No siempre es fácil diferenciar las causas de los trastornos severos, diagnosticar correctamente a los pacientes o dar con sus fórmulas de restablecimiento, basadas a menudo una combinación de la medicina antipsicótica y en terapias adaptadas a cada síndrome. Pero la pregunta fundamental, si las causas de las enfermedades mentales residen en la biología o en la psicología de las personas, sigue sin responderse claramente.

Un destacado neuropsiquiatra, Anthony David, director del Instituto de Salud Mental del University College de Londres y editor de la prestigiosa revista Cognitive Neuropsiquiatry, se ha animado a recoger en un reciente volumen, El cerebro es más profundo que el mar (Paidós) algunas de sus experiencias directas con enfermos especialmente complejos, a fin, un poco como hacía Sigmund Freud, de tratar de poner en orden sus propias notas y observaciones clínicas y compartir con la comunidad científica y con los lectores en general, pues el texto es comprensible y divulgativo, sus intuiciones y dudas, avances y fracasos.

Para David, la salud mental está pasando a ser un problema de mayor espectro social cada vez. Comportamientos, sostiene, que antes se daban por naturales, suscitan hoy un diagnóstico, siendo rara la familia en la que no haya al menos uno de sus miembros en tratamiento psicológico o psiquiátrico.

Consciente de las tendencias y presiones sociales, David y su equipo se esfuerzan por evitar que la psiquiatría acabe convirtiéndose en una especie de «policía de la inteligencia» y por crear modelos «biopsicosociales» de los trastornos mentales. Frente a cada nuevo paciente, deberán decidir cuál de esos tres hilos es el más influyente.

Los griegos apuntaron a los humores y a la bilis. ¿Lograrán las neurociencias, la moderna psicofarmacología, desentrañar los males de la conciencia, o de la mente, y del deterioro de neurotransmisores y mensajeros químicos… ¿Lograrán respuestas, remedios contra la locura?