El artista italiano Salvatore Garau ha vendido una escultura «inmaterial» por 15.000 euros. Podría parecer que la escultura en sí no existe y se ha llevado el dinero por nada, pero el propio Garau matizaría esa impresión. Ha explicado que «el vacío no es otra cosa que un espacio lleno de energía, e incluso aunque se vacíe y no quede nada, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, la nada tiene un peso. Por tanto, tiene una energía que se condensa y transforma en partículas, es decir, en nosotros».

Aunque parece que comprar esa obra es un desperdicio, no conviene precipitarse. Puede ser una buena inversión. Hay que dejarle un sitio: 150 x 150 cm. Pero, a diferencia de lo que ocurre con otras obras (no digamos personas), no te cansas de mirarla ni te fatiga su presencia. Ningún niño se va a dejar ahí una ceja y limpiar el polvo será relativamente sencillo. Es fácil iluminarla y se adapta perfectamente a la nueva tarifa horaria, que, aunque será más cara, nos hará más conscientes de la posibilidad o necesidad del ahorro: ventajas de la escasez. Como con la electricidad, en la escultura es cuestión de encontrar el lado bueno. Puedes trasladarla fácilmente de habitación, soporta cualquier cambio de mobiliario. Si te separas, puedes mostrarte generoso y aceptar que tu ex se la lleve. Puedes pedirle que pague tu parte. Además, la nada puede revalorizarse.

Podría recordar a Malévich (el ruso que copiaba al personaje de Fernán Gómez en Belle Époque) o a Blanco sobre blanco de Antonio Artero. Pero también a nuestro mundo: a la carne que no es de origen animal, a los ministros que se manifiestan contra las decisiones de su propio Gobierno. Es prácticamente nada lo que sabemos de la negociación con el independentismo: conocemos las condiciones de partida y la esperanza del apaciguamiento pero no los objetivos del Gobierno. Los independentistas parecen renunciar de hecho a la vía unilateral, pero no pueden decirlo: poco a poco les va bien. Tan escaso contenido se envuelve en pirotecnia: Ábalos compara a Junqueras con Mandela, la vicepresidenta Calvo dice que los indultos son un contrapeso entre poderes. Mientras tanto se habla poco de la gestión de los fondos europeos y se minusvalora el caos normativo de la pandemia. Son los tiempos: tampoco es cuestión de hacer un spoiler. Pero la nada tiene un peso, como dice Garau.