Querido joven: Ha pasado algo más de una semana desde que realizaste los exámenes de lo que ahora llaman la Evau. Seguramente ya conoces tu nota y estarás haciendo cálculos para ver si finalmente puedes estudiar aquello que deseas. Espero que así sea. Es probable que la mayoría de los 539 alumnos que hicisteis el examen en nuestra provincia, tengáis que marchar a estudiar fuera. Así ocurrió con mi promoción hace ahora siete años: un 40% nos fuimos a Valencia, un 40% a Zaragoza, un 10% a Madrid o Barcelona y el restante 10% se pudo quedar en Teruel.

Precisamente de esto quería hablarte. Una vez salimos de la provincia para estudiar, las trayectorias de los estudiantes turolenses suelen parecerse mucho. En los años universitarios, sobre todo al principio, intentábamos volver a casa todos los fines de semana. También retornábamos por Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano. Manteníamos nuestro grupo de amigos y veíamos con frecuencia a nuestras familias. Cuando terminamos la carrera, empezamos a buscar trabajo, y vimos que la mayoría de las ofertas están fuera, y que por mucho que busques es complicado volver a la provincia. En el momento en que encontramos nuestro primer trabajo fuera, empezamos a perder las esperanzas de retornar a la provincia. A veces también encuentras pareja allá donde vives habitualmente. Un día de repente, por un contrato u otro condicionante, tienes que cambiar el documento que te unía legalmente a tu provincia: el padrón. Así las estadísticas pasan a reflejar lo que durante toda la carrera habías sido, pero te negabas a reconocer en el registro civil: alguien que había tenido que dejar su tierra.

Edad fecunda

Es una lástima que tengamos que mandar a nuestros jóvenes más preparados a contribuir al progreso de otras provincias, mientras la nuestra se queda sin habitantes. Mi mayor preocupación es la emigración de aquellas personas que están en esa edad que es la más fecunda de la vida. En esos años en que la persona obtiene un equilibrio entre una formación suficiente para emprender proyectos y unas energías aún poco desgastadas por el paso del tiempo. Esas personas de entre 25 y 34 años son vitales para la vida económica, política y social de cualquier municipio. Este colectivo genera ideas para crear empresas y empleo, aporta planes sobre cómo diseñar mejores políticas, estimula la natalidad, impulsa los avances científicos y tecnológicos, produce cultura y arte etc. Sin embargo, es el que más emigra desde las provincias de la España Vaciada.

Si te quedan ganas de leer algo este verano, te recomiendo un artículo académico titulado 'Migraciones internas, inmigración exterior y emigración de españoles hacia el extranjero' de Miguel González-Leonardo. En él se hace un cálculo de las migraciones entre provincias españolas en el periodo post-universitario (entre los 25 y los 34 años). Hay muchos resultados interesantes, pero te voy a contar uno que a mi me parece demoledor: La provincia de Teruel tiene el índice emigratorio de jóvenes adultos más alto de España (0.38). Esto es, que de cada 100 turolenses en esta franja de edad, 38 tienen que emigrar a otra provincia. Y otros muchos puede que lo hagan un poco antes o un poco después de esa franja de edad. Contrasta esta realidad con la de las provincias a las que normalmente emigramos los turolenses a trabajar. Valencia, Zaragoza, Madrid o Barcelona tienen índices de emigración de 0.11, 0.17, 0.16 y 0.15 respectivamente.

Otra manera de constatar la triste fuga de cerebros que sufre nuestra provincia es ir directamente a la web del Instituto Nacional de Estadística. Si miras las estadísticas del flujo de migración interprovincial por grupo de edad, te das cuenta de que desde 2008, la provincia solo tiene un saldo positivo en tres de los 23 semestres analizados. Pero como te he dicho, me interesan sobre todo los jóvenes adultos. Ahí la situación es más sangrante todavía. Este colectivo constituye la categoría con un mayor saldo negativo de entre todos los grupos de edad. Incluso en las excepciones en que la provincia tiene un saldo migratorio positivo, los jóvenes adultos siguen teniendo un saldo negativo, que es compensado por los otros grupos de edad.

Como sabrás, de nuestra provincia se han extraído los recursos minerales y energéticos que han enriquecido a las provincias colindantes. Sin embargo, es la extracción de recursos humanos, es decir, de nuestra gente, el peor de los expolios que sufrimos como territorio. Este robo intencionado de nuestra inteligencia colectiva es de un valor incalculable. Las materias primas se pueden comprar y vender pero, ¿Cuánto valen las ideas y la energía de una masa social joven que quiere llevar proyectos adelante en su tierra?

¿Ser positivos?

Aun con todos los datos sobre la mesa, habrá quien, mientras tú te marchas, diga que todo va maravillosamente bien en la provincia, y que lo importante, sea cual sea la realidad, es ser positivos. De todos modos, no quiero marearte con más estadísticas. Solo quería mostrarte la realidad que vivimos los jóvenes de la provincia que tenemos unos pocos años más que tu. Parece que poco han cambiado las cosas desde que José Antonio Labordeta cantaba aquello de: 'La tristeza de tus ojos, de tanto mirar, hijos que van hacia Francia y otros hacia la ciudad'. Ahora que te marchas, todavía no tendrás que pensar en esto, pero pronto será algo que te plantearás. Quizás nunca entre en tus planes volver, es legítimo. Pero si algo en ti te dice que la provincia no ha sido solo para ti la tierra de tu infancia y que podrías aportar todo el talento que ganes en estos años estudiando en la Universidad, entonces no te resignes. El lugar donde nacemos y crecemos es parte de nuestra identidad y merece la pena luchar para detener esta sangría demográfica a la que estamos sometidos hace décadas.

Atentamente, un joven que emigró y que lucha por volver.