Esta semana comienza una campaña de desinfección sin precedentes en 17 parques de la capital aragonesa. El motivo es la propagación de garrapatas, un parásito que este año han cobrado un inopinado protagonismo debido, según indican los expertos, a las consecuencias del cambio climático y la gran cantidad de conejos que hay en la zona del sur de la ciudad, concretamente en la zona de Valdespartera, Parque Venecia y los pinares del entorno. Los conejos son un «reservorio perfecto» para que se transmitan garrapatas y se reproduzcan.

El problema no es baladí y por ello el ayuntamiento de la ciudad ha reaccionado con rapidez para rebajar cuanto antes el grado de alarma desatada entre la población. Además de transmitir enfermedades, la picadura de la garrapata provoca en los humanos dolores musculares y articulares, apatía, anemia o la falta de apetito. Aunque el problema principal estriba en que los efectos en las personas no suelen ser inmediatos, sino que se manifiestan entre tres meses y un año después. Queda esperar que la respuesta de los servicios municipales aplaque un problema que en cuanto a molestia tiene precedentes similares en la mosca negra, otro de los grandes enemigos de los ciudadanos que se acercan a las orillas del Ebro.

También el ayuntamiento ha sido reclamado en los últimos días para combatir la llamativa suciedad que abunda en las calles de El Tubo zaragozano, así como la proliferación de roedores, cucarachas e insectos que suelen tener su habitual morada en edificios de propiedad privada en estado de abandono.

Los hosteleros de esta zona tan emblemática y de tanto reclamo para el turismo piden refuerzos en las labores de limpieza. Sin embargo, en este caso, más allá de la tarea de los servicios públicos y de acciones directamente relacionadas con la salud, es necesario hacer un llamamiento a los clientes de los bares para que aporten su granito de arena. En muchas ocasiones la suciedad es fácilmente evitable.