Samuel tenía una bonita sonrisa. Era un chico guapo al que le han roto la vida a patadas un sábado por la noche. Cuando paseaba por una ciudad preciosa donde el océano rompe furioso y arranca la Costa de la Muerte. La Coruña lloró su asesinato y se llenó de paraguas. ¡Cuánto dolor se concentra en un linchamiento así! Un dolor insoportable que debe ser proporcional al odio de sus asesinos. Un grupo de bestias cobardes que tuvieron que unirse en manada para practicar la crueldad en público.

«Deja de grabar o te mato, maricón», gritó el energúmeno al creer que el muchacho le grababa con el móvil, cuando Samuel estaba haciendo una videollamada a una amiga. Amenaza que cumplió a patadas hasta destrozar una vida recién estrenada. Veinticuatro años ensangrentados en una acera fría rodeado de fieras que le golpeaban e insultaban como a un muñeco roto. Los asesinos han debido tener una educación especial, han debido crecer con el odio metido en sus entrañas, con la idea de que ser macho es liarse a puñetazos y despreciar al diferente. Y asesinar a sangre fría con la ayuda de otros descerebrados para atreverse a hacerlo. No sé qué ideología tendrán estos secuaces, pero se puede imaginar.

El discurso del odio se ha instalado en este país desde que Vox es la tercera fuerza política en el Parlamento. La violencia alimenta a las bestias cuando no se tienen argumentos. Hemos presenciado demasiadas barbaridades de estos fanáticos que destruyen monumentos en los cementerios, borran versos de grandes poetas, se inflaman incitando a la agresión y demuestran en cada intervención tener las neuronas apagadas. Estos días se movió en las redes sociales un tuit oficial de Vox señalando a la publicación El Jueves con la foto y nombre del editor de RBA, grupo que edita la revista satírica, y dice así: «Su revista difunde el odio contra millones de españoles a diario (es mentira porque sale los miércoles). Es posible que muchos de ellos empiecen a exigir responsabilidades cuando le vean salir de su despacho de la Diagonal de Barcelona».

Este mensaje peligroso y cobarde recuerda lo que pasó en 2015 en el atentado contra el semanario francés Charlie Hebdo cuando unos pistoleros entraron en la redacción y mataron a doce personas. Da igual que sean las caricaturas de Mahoma, que seas homosexual o mujer que ha denunciado a su expareja por malos tratos y aparece asesinada delante de sus hijos. La palanca que activa la violencia y el fascismo es siempre la rabia, el odio, la mala educación y el fanatismo enfermizo. Esta es la receta que alimenta a las bestias.

Llama la atención el mensaje del padre de Samuel Luiz en el que pide que su hijo no sea bandera de nadie. Un cruel y bestial asesinato no es patrimonio de ninguna bandera. Dejemos a un lado las religiones y las banderas que suelen ser causa de muchas atrocidades.