Convencida de que desataba un auténtico volcán con el que impresionarnos, Pandora dejó volar una gran cantidad de papeles, fruto de años de investigación, que ponían en evidencia a cientos de personalidades. Pandora olvida que ya liberó en su día todos los males de la humanidad y que, tal vez desde entonces, el mundo perdió cualquier capacidad para la sorpresa.

Nadie se inmuta por algo tan sabido y los humanos seguimos a lo nuestro, lamentándonos por el recibo de la luz o por el precio de los alquileres.

Únicamente a través del papel cuché sabemos de ese Olimpo de yates y mansiones, que se trata de otra liga, de un paraíso en el que Zeus fue derrocado por el dios Dinero.

Un mortal lee esas cantidades de siete u ocho ceros y se marea tanto como cuando piensa en el bote de la lotería. Lo escuchamos en las noticias y es como si emitieran una serie mitológica o un programa de tele-realidad. No nos molestamos en indignarnos porque, esto es lo peor, todo es absurdamente legal en la justicia divino-mundial y resulta naif afirmar que toda la riqueza está en manos de 600, mientras hay más pobres que cada día son más y más pobres.

Monarcas, expresidentes, pseudoprincesas, cantantes, futbolistas, examantes, órdenes religiosas…, parece toda una legión, pero no son más que una minoría de semidioses que han montado su franquicia del Edén en excolonias británicas y otros puntos que existen solo por la función de ser paraísos fecales, es decir, alfombras bajo las que ocultar la basura.

Alguno pensará que las arrugas en la moqueta nos van a hacer tropezar, otros afirman que los datos de Los papeles de Pandora evidencian los agujeros negros de este sistema neoliberal en el que chapoteamos. Si fueran agujeros, desearía que un día conectaran este mundo con el paraíso.

Tarda en saltar a escena Prometeo y hablar de la necesidad de esa tercera dosis con la que nos bombardean, tan positiva para la población en riesgo como para las farmacéuticas. Hay dinero para ello, incluso para vacunar a la otra mitad del planeta. No hablo de fraternidad ni de solidaridad, que eso no se estila, sino de puro egoísmo. Si todos estamos doblemente vacunados y media naranja permanece en riesgo, es que continuamos en riesgo. Si los mortales desaparecemos, desaparecerá el Olimpo con sus deidades y sus cuentas opacas y ya nadie podrá envidiarles.