Comunidad socioeducativa de La Palma. Alumnas y alumnos. Profesoras y profesores. Madres y padres. Estamos con vosotros. Estaremos siempre. Aunque sea en la distancia. Y algunos, estuvimos ahí cerca. Sí. En esa isla bonita. Siempre recordaré aquellas I Jornadas de escuelas unitarias (septiembre, 1997) en El Paso. A Mingo, a Chano, a Roberto, a Eloy, a Montse, a Lola, a Javier y a tantos otros excelentes maestros y maestras con quienes compartimos valiosas experiencias sobre el trabajo en las escuelas unitarias. Y el recorrido por la isla. Barlovento, Garafía, el Roque, Los Sauces, las Breñas, Mazo, Los Llanos, Puntallana, Tazacorte, Cumbre Vieja. La laurisilva. Las plataneras. El malpaís. El Teneguía. Y una sorpresa emocionante: un concierto de vuestros alumnos en el interior de un tubo volcánico, cuya entrada habíais descubierto vosotros mismos, sus maestros. Un breve curso de formación docente. Inolvidable por la belleza de vuestra tierra. Pero, sobre todo, por la fuerza e ilusión que transmitía el Colectivo de escuelas unitarias. Y sigue.

Porque sigue habiendo mucho que hacer. Después de tanto tiempo. Para que no se cierren escuelas. Como se cerraron en años pasados. Decían las niñas y niños de Las Caletas, en Fuencaliente: «Queremos seguir en nuestra escuela. Abrir la ventana cada día. Que en la ventana se siga posando la graja. Y que todos juguemos al corro». Ahora habéis tenido que recuperar algunas de esas aulas cerradas. Para atender a quienes perdieron las suyas con el volcán. Como esas unitarias de Los Campitos y de Todoque arrasadas por la lava.

"Vamos a escribir palomas...

Somos muchos los que, desde la península, hemos seguido vuestro trabajo a lo largo de muchos años. Casi desde la formación de vuestro primer grupo de maestros hasta la consideración más formal de organización no gubernamental. Por la prensa y por las redes. El reconocimiento en boletín oficial de los Colectivos de Escuelas Rurales: los CER, pronunciado con ese dulce acento canario. Vuestros periódicos escolares: 'El Mocán' y 'Pancarta Infantil'. Vuestra aportación a la recuperación y elaboración del gofio canario. Las romerías. Las obras artísticas diseminadas por vuestros pueblos y barrios. La muestra de artesanía y oficios tradicionales. La concesión de la medalla de la isla. El Día de la escuela unitaria cada 5 de junio. Y las Jornadas escolares por la Paz. Con el himno que en su día escribió vuestro llorado compañero Eloy Hernández. Cada año lo cantáis en vuestras escuelas. «Vamos a escribir palomas, con letras de risa blanca, que suban alto, muy alto, y nadie pueda borrarlas».

Porque valoramos lo que hacéis y lo que habéis hecho. Siempre os habéis planteado objetivos muy claros. Y ambiciosos. Lo leímos en Cuadernos de Pedagogía (nº 299, febrero 2001). «Reivindicar un modelo de escuela integrado en su entorno, motor de la cultura en su barrio y con capacidad de compensar desigualdades culturales y sociales». Y, para conseguirlos, un montón de actividades: programación común, actividades extraescolares, sesiones de formación del profesorado, programas de animación a la lectura, proyectos de artesanía, educación medioambiental, elaboración de materiales adaptados, atención a la diversidad, etc. etc.

Somos muchos los que seguimos creyendo en la escuela rural. Como vuestras escuelas unitarias. Son el espacio ideal para una adecuada atención a la diversidad. Un campo abonado para la innovación pedagógica. Un centro cultural para la localidad. Un lugar de encuentro social. Son mucho más que aulas, currículos y evaluaciones. Valoramos vuestro trabajo pedagógico. Y vuestro compromiso con la comunidad socioeducativa.

El ruido de la montaña

Porque creemos que la escuela unitaria y multinivel es una escuela de futuro. En este momento, más todavía. Tenéis mucha tarea por delante. La escolarización de todo el alumnado que se ha visto obligado a dejar sus casas. La reestructuración de los servicios de transporte y comedor. La garantía de la seguridad de todos. Y, sobre todo, cuidar y potenciar el lado emocional. De vuestros alumnos y de sus familias. De vuestros compañeros docentes y no docentes. Está siendo duro, pero se puede. Se acabará el ruido de la montaña. Y seguiréis haciendo una escuela viva y canaria.

Somos muchos a los que estos meses el volcán nos ha puesto delante vuestra isla. Aunque solo fuera en las pantallas. Pero os aseguro que desde Aragón nunca la olvidamos. Un bajorrelieve de vuestro logotipo en cerámica me lo recuerda cada día. Nadie ni nada puede acabar con tanto trabajo y tantas ilusiones. No estáis solos. Como decía la última carta de la directora del 'colegio azul' de La Laguna antes de ser invadido por la lava: «Siempre, siempre, siempre. Por pequeña que sea. Por escondida que parezca. Discreta. Ahí está siempre. La esperanza».

Un fuerte abrazo.