Hay una dinámica urbanística que consiste en sacar equipamientos públicos de lugares céntricos y accesibles de la ciudad, para llevarlos lejos. En ocasiones acompañado de recalificaciones inmobiliarias y casi siempre dejando cadáveres urbanísticos detrás. El argumento que todo lo justifica es: Zaragoza tiene que tener un (pongan aquí lo que les dé la gana) a la altura que merece. Se cerró la escuela de empresariales y se iba a hacer un espacio Goya y no sé cuántas cosas más, el resultado un edificio abandonado en la plaza de los Sitios y ahora desplazamientos hasta el CPS. La estación del Portillo, no estaba a la altura que merece nuestra ciudad, ya se sabe. Así que se hizo una estación nueva, mucho menos céntrica y se dejó una cicatriz urbanística enorme que va camino de la mayoría de edad y que nadie sabe qué hacer con ella. Es cierto que hubo buenas recalificaciones y muchos pisos con esta operación.

Un caso paradigmático es el de los juzgados. Se hizo una Expo. Se vendió por activa y por pasiva que luego tendría usos como parque empresarial, hub de innovación, y algún otro lugar común más. Se dijo no nos pasara como a Sevilla. La realidad fue tozuda, costó una millonada y dejó un montón de edificios inservibles (ahí siguen el pabellón puente, la torre del agua etc.). La solución, rehacer algunos edificios por dentro enteros y llevarnos allí los juzgados. El resultado, los juzgados son mucho menos céntricos, menos accesibles y separados (La Audiencia sigue en el Coso). Además, hemos dejado un edificio enorme abandonado en la plaza del Pilar que nadie sabe qué hacer con él y poco a poco va sumando años. Como alternativa igual gastando bastante menos se podían haber dejado donde estaban y ampliado con la imprenta Blasco, y el palacio Fuenclara. Pero Zaragoza merece unos juzgados a su altura. Podríamos poner aquí también ejemplos privados como el colegio Jesuitas situado en Avenida Goya y esperando a que le llegue una buena recalificación. Como ven el número de casos es grande y deberían servirnos para aprender. Sin embargo, parece que se quieren llevar la Romareda a San José, curiosamente donde la familia de nuestro alcalde tiene unos terrenitos. Alejaremos el estadio del tranvía, tendrá menos accesibilidad y habrá un bonito pelotazo con pisitos alrededor. Y la vieja Romareda, quién sabe, quizá otro cadáver urbanístico.