Yo cada vez que oigo este lema me viene a la cabeza algo que se decía hasta hace poco tiempo: «A fulanita le han vaciado los ovarios», como consecuencia de un cáncer de útero. Algo que afortunadamente ya no se oye, porque suena mal. Suena fatal que te sientas vaciada. Te falta algo importante en los interiores de tu cuerpo y eso duele. Por esa razón no me gusta nada el lema elegido por los la agrupaciones de electores y las candidaturas conjuntas de la España Vaciada en Palencia, Soria, Salamanca, Burgos y Valladolid, además de Teruel, reclamando su primigenio Teruel existe.

Dan el paso de convertirse en partidos políticos,»al margen de las ideologías de sus miembros», explican, «porque están en situación de emergencia y para que sus provincias sigan existiendo». Tienen todo el derecho del mundo a hacerlo, pero suena a oportunismo político en el río revuelto en el que navega España. No me lo creo. No me creo esas declaraciones tan grandilocuentes de sus portavoces hablando de «un día histórico en el que la Revuelta de la España Vaciada decidió dar el salto al terreno político, y que van a cambiar el país». Me suena demasiado mesiánico.

Y también me pregunto de qué están vaciados estos territorios. Valladolid es una ciudad exquisita donde incluso tienen el ave que les une con Madrid en menos de una hora. Teruel se ha convertido en los últimos años en una capital hermosa que luce un urbanismo refinado. Lo mismo que Burgos y Salamanca o Palencia, con una vida cultural y universitaria notable. En todos estos lugares hay calidad de vida, sosiego, oportunidades, y bienestar sociológico. Curiosamente ninguno de estos municipios tienen la tasa de paro más alta de España. Es decir, que apenas sufren desempleo entre su población.

La España rural ha cambiado mucho con los años y los pueblos ahora tienen bibliotecas, piscinas, centros culturales y deportivos, residencias espléndidas para los ancianos, actividades culturales de todo tipo para ofrecer a sus vecinos. Quizá los ferrocarriles de cercanías sea una asignatura pendiente para no aislar a los pueblos y facilitar su movilidad. Cuando se los visita se nota el cambio profundo que han experimentado. Nada que ver con esa España rural vacía de los tiempos del franquismo. Hoy compruebas que se respira más bienestar que en los núcleos urbanos de las grandes ciudades donde en muchos barrios se vive agobio, hacinamiento y el drama del desempleo endémico. En las urbes sí que se vive, se ve y se palpa la pobreza en sus perfiles más trágicos.

Por todo ello me preocupa que esta España Vaciada, que de pronto salta a la política, se pueda convertir en un granero de votos para Vox, esos recolectores del descontento ultra, y para un PP que cultiva el periodismo oportunista como nutriente de su constante demagogia, donde el enfado de los ciudadanos es fácilmente manejable.