Llegados a este punto no tenemos por qué engañarnos. Sabemos quién es quién en este juego de máscaras y ruido de sables entre Aragón y Cataluña a cuenta de la candidatura de los Juegos Olímpicos. Los nacionalistas saben quién es Lambán y las lindezas que les dedica públicamente; y los aragoneses ya sabemos cómo se las gastan los vecinos del este. La ilusión de unos JJOO no debe provocar un engaño masivo en Lambán y su entorno sobre un supuesto espíritu olímpico de fraternidad, carantoñas y abrazos. Esta candidatura tiene más de negociación y escenificación política que de un proyecto técnico.

El COE dice que esta candidatura de los JJOO solo se hará en pie de igualdad. ¿Estamos seguros? ¿Tenemos la garantía del Gobierno de España? El presidente del COE llegó a decir que «nadie predomina sobre nadie». ¿Y esto qué quiere decir? ¿Se repartirán las instalaciones al 50% entre ambos territorios? ¿La inauguración y la clausura serán en Barcelona y Zaragoza? ¿El nombre de Aragón y Cataluña estarán al mismo nivel?

No conocemos al nacionalismo si creemos que se han caído del caballo como San Pablo y que pretenden mirar al resto del país como un socio fiable para presentar una candidatura al mundo. Algo hay que no se dice. Y sé quién saldrá ganando: Pere Aragonès en su travesía nacionalista. Tienen un relato marcado y no pasa por vender una colaboración con España. Seguimos siendo bestias taradas.

Se remarca por parte del COE y del Gobierno el «respeto a los territorios y la lealtad». Son palabras vacías. ¿Y si quizá es el Gobierno de España quien está negociando por detrás concesiones en los JJOO? ¿El nombre de Barcelona en la candidatura? O puede que la cumbre de las dos Coreas de la península nos sorprenda y Lambán saque a Aragonès un compromiso por la candidatura conjunta. Y ya que estamos, por la confesionalidad a la Corona de Aragón, el pacto del 78 y la sumisión al Estado.