Soy consciente de que esta afirmación que voy a hacer no es nada original, otros muchos ciudadanos la compartirán conmigo: el acceso de Adolf Hitler al poder es uno de los grandes enigmas de la humanidad. Que alguien con la personalidad tan estridente como «el cabo austríaco», como le llamaba el presidente Hindenburg, fuera capaz de seducir, en un primer momento, y arrastrar, después, a millones de alemanes a la locura de la Segunda Guerra Mundial es algo que, insisto, me sigue resultando tan sorprendente como la desaparición de la civilización maya.

Los antecedentes, muy importantes, son conocidos: la guerra franco-prusiana de 1870 y la Primera Guerra Mundial, especialmente el Tratado de Versalles, humillante para los alemanes y asfixiante para su economía, así como la debilidad de la República de Weimar y el miedo de muchos alemanes al «vecino comunista», el gigante ruso, todo eso es cierto. Pero que una sociedad tan avanzada, con valores democráticos, fuese presa de ese individuo, me sigue asombrando. Y que nadie fuese capaz, entre millones de alemanes, de pararlo, es asombroso.

Similitudes con Hitler

He hecho esta introducción para hablar de Putin, alguien que tiene, a mi juicio, claro, muchas similitudes con Hitler. Es un personaje oscuro, muy soberbio, autoritario en su concepción de la política, nada escrupuloso a la hora de hacer desaparecer a adversarios, imperialista, belicista, con hechuras de matón. Una persona capaz de arrastrar a los rusos hacia un abismo, como lo hizo Hitler con los alemanes en su día.

Las pocas personas que se han atrevido a hacerle frente a Putin, políticamente, han sufrido consecuencias graves, prisión o muerte

La personalidad de Putin es el primer factor a considerar, pero no el único. Estudiar el conflicto bélico en Ucrania exige estudiar una gran variedad de elementos y, entre ellos, el segundo es el factor ruso. Los muchos años que lleva en el poder Putin nos indican que está rodeado de bastantes personas que están muy cómodas a sus órdenes y que, por lo tanto, no van a ser un factor de disuasión, todo lo contrario. Esta clase de personajes están acompañados siempre de una camarilla de aduladores que en ningún caso le llevan la contraria. Sobre el conjunto de la sociedad rusa es difícil adivinar alguna disidencia, los datos electorales indican un notable apoyo a quien les está llevando, eso creen, a una etapa de prosperidad y potencia internacional. Las pocas personas que se han atrevido a hacerle frente, políticamente, han sufrido consecuencias graves, prisión o muerte. Debe ser difícil ser valiente en un estado con un importante aparato represor en manos de alguien que tiene rasgos sicópatas como es su presidente. Encontrar una cierta opinión pública que sea capaz de exponer argumentos en contra de la política militarista de Putin se me hace inimaginable. En tercer lugar, el enemigo que lleva a este caudillo a preparar un ejército para una hipotética invasión es Ucrania, un país que perteneció a la URSS y que tiene en su interior una minoría rusa o prorrusa de cierta entidad, sobre todo en algunas regiones próximas a Rusia. El actual Gobierno es partidario de un acercamiento a la Unión Europea y a la OTAN y parece dispuesto a plantar alguna resistencia armada a la invasión si es que se produce. (Invito a quien esto lea a visitar el blog de mi amigo y compañero Javier Jiménez Olmos, aporta información muy documentada).

Los Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN han ofrecido su apoyo al Gobierno ucraniano. Lo que hay que analizar es el tipo de ayudas que están dispuestos a dar. De momento están tratando de negociar con Rusia, algo que yo aplaudo y supongo que una gran mayoría de ciudadanos españoles. Esa negociación se apoya en la disuasión, elemento clave. Si Putin no temiese a la potencia militar de la OTAN hace tiempo que habría invadido Ucrania. La pregunta clave, llegados a este punto, es ¿realmente los EEUU y la UE estarían dispuestos a entrar en guerra?

Opiniones públicas

Viene al caso recordar la postura de las potencias europeas en 1938 frente a Hitler, cuando ya estaba participando activamente en la Guerra Civil española en apoyo al bando franquista y el 12 de marzo se había anexionado Austria ('Anschluss') y estaba amenazando los Sudetes checoslovacos. El británico Chamberlain, dispuesto a ceder, visitó Alemania para conocer de primera mano los planes de Hitler y de esa entrevista nacieron las conversaciones que conocemos como el Pacto de Munich, de 30 de septiembre de ese año, con las firmas de ellos dos más el italiano Mussolini y el francés Daladier. Ningún freno en la práctica para quien quería anexionarse todo.

Otros factores que hay que considerar a la hora de entender las negociaciones que ahora se están desarrollando son: las opiniones públicas occidentales, muy potentes, y la existencia del arma nuclear, inexistente en 1938. Y no podemos olvidar las alianzas, con China aspirando a ser hegemónico en el mundo y apoyando a Rusia de forma indisimulada en todo lo que hace Putin, ya sea la anexión de Crimea o su participación en la guerra de Siria.