Sobre el concepto de liderazgo se ha divagado mucho, pero lo que todos tenemos claro es que un líder no solo debe creérselo sino que tiene que demostrar que lo es. No es aquel que busca solo la foto, su vídeo en redes o los titulares de prensa fáciles, un gran líder, sobre todo político, es el que sabe comportarse y responder como tal en los momentos más difíciles, más decisivos de la historia. Algo que el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, no ha conseguido en estos dos años y medio.

Tras meses inciertos con una pandemia mundial que ha puesto patas arriba nuestra sociedad y las instituciones, las vacunas están por fin inyectando ese halo de luz y esperanza necesarias para dejar atrás este virus y así poder enfocar el futuro con optimismo y, sobre todo, verlo como una oportunidad. Deberíamos tener más presente que nunca la gran frase del presidente Truman: «Los totalitarismos triunfan cuando los ciudadanos pierden la esperanza». Y, ahora más que nunca, los políticos somos los responsables de transmitir esa esperanza y optimismo a la sociedad, porque solo así conseguiremos frenar a la ultraderecha.

Capacidad de transformación

No es fácil, se lo reconoceré. Pero hay motivos para hacerlo, como la capacidad de transformación que nos ofrecen los fondos europeos. Una inyección económica y una oportunidad histórica por la que España recibirá más de 140.000 millones de euros y que permitirán dar un salto cualitativo a las ciudades que sepan aprovecharlas.

Para que los fondos europeos sirvan de tractor y de transformación de las ciudades, los alcaldes tienen que ser los primeros en creérselo

Zaragoza no puede permitirse el lujo de perder ese tren. De quedarse atrás. Los zaragozanos no nos lo perdonarían nunca. Pero para que los fondos europeos sirvan de tractor y de transformación de las ciudades, los alcaldes tienen que ser los primeros en creérselo, tener ideas propias, modelo de ciudad y ponerse a trabajar en un paquete de proyectos ambiciosos con el que poder acudir a Bruselas. Algo de lo que carece en estos momentos el Ayuntamiento de Zaragoza.

¿No será, señor Azcón, que lo que pretende es intentar sacar rédito político a este tema? Su campaña de alcalde rebelde ya costó a Zaragoza más de 70 millones de euros y, ahora, me temo que, desde la visibilidad que le brinda su sillón de alcalde, ha encontrado en los fondos europeos otro filón para hacer oposición.

Acelerón

Es notable y visible el acelerón que ha dado a su carrera política y a nadie se le escapa el endurecimiento de su discurso en los últimos meses. Y todo un único objetivo: hacer oposición al Gobierno de España y al Gobierno de Aragón. Estoy segura de que Pablo Casado no tardará en premiarle por ese seguidismo y pronto le reconocerá oficialmente (ya lo hizo extraoficialmente durante su última visita a Aragón) como el próximo candidato a la DGA.

Pero su oportunismo político puede condenar a Zaragoza a ser una ciudad que se quede a años luz de aquellas grandes urbes que sepan aprovechar la ocasión que ofrece Europa. Que tengan más grandeza. Que la vean una oportunidad, no nos engañemos, que no pasará muchas otras veces en la historia.

Señor Azcón, debe ser y comportarse como alcalde de la ciudad, porque a Zaragoza le están saliendo caros su partidismo y su manera de gestionar. Su Gobierno, que ya ha dado sus primeros signos de inestabilidad, fomenta una ciudad desigual, con una brecha cada vez más visible entre barrios de esta misma ciudad. Mientras son conocidas las inversiones en aquellas zonas más privilegiadas, a pocos kilómetros, a pocos metros, San José, Las Fuentes, Arrabal, Las Delicias, Torrero... esperan su oportunidad.

Ya le invité en una ocasión y vuelvo a hacerlo a que salga de su zona de confort, a que recorra los barrios como lo hacemos desde el grupo municipal del PSOE. Conozca las quejas y las preocupaciones de los vecinos porque probablemente disten mucho de las suyas, pero le aseguro que son mucho más valiosas para hacer una gran ciudad. Una Zaragoza de todos y para todos, en la que se garantice el acceso a unos servicios públicos de calidad, porque solo a través de ellos se ofrecerá igualdad de oportunidades.

Alcalde de todos

Sea el alcalde de todos y gobierne como tal, deje de seguir el dictado de Génova y créase ya de una vez por todas que es alcalde de todos los zaragozanos, porque su mandato va a pasar sin pena ni gloria. Sin legado alguno. Tantos años en la oposición para convertirse finalmente en el alcalde menos votado, un alcalde que pasará a la historia como el de la bronca y la confrontación, y como su predecesora Luisa Fernanda Rudi, como el alcalde de los maceteros.

Sinceramente, Zaragoza es mucho más. Y los ciudadanos se merecen mucho más. Señor Azcón, trabaje por esa Zaragoza del futuro a la que todos aspiramos y de la que puedan sentirse orgullosas nuestras próximas generaciones. Desde una oposición constructiva, el Grupo Municipal del PSOE siempre buscaremos generar esa ilusión y trasladar esa esperanza que ahora, más que nunca, es tan necesaria y que tanto demandan y nos solicitan los zaragozanos.