Una de las mejores novelas históricas que he leído últimamente la acaba de firmar Fermín Goñi y publicar Fondo de Cultura Económica.

'Un día de guerra en Ayacucho' nos transporta mágica y realmente al virreinato del Perú, donde, en 1824 se iban a librar algunas batallas decisivas para el porvenir de la América hispana. Los realistas, por un lado, —esto es, el ejército español—, con el virrey La Serna al mando; enfrente, los patriotas peruanos y colombianos bajo el mando de los generales Simón Bolívar y Sucre.

Todo lo relativo al arte de aquella guerra entre romántica y clásica, a veces caballerosa, a menudo despiadada, los combates, escaramuzas, las armas y estrategias, el modo de atacar y defender de unos y de otros impregnará la novela desde su primer capítulo con un recio aroma militar, un perfume bélico tan agridulce como el sabor de esa abundante sangre, española, criolla, indígena, que caería a uno y otro lado de la cordillera de Los Andes, sin una paz que la detuviera, pues no era posible ya detener el curso de la historia.

Una novela magnífica, que viene a cubrir un hueco y un período relativamente desconocido de nuestra historia

Fermín Goñi, sin embargo, lo hace para nosotros, los lectores, con una enorme generosidad y precisión, reproduciendo con milimétrico rigor el rumbo de los ejércitos, sus grandes y míticos enfrentamientos —la batalla de Ayacucho, sobre todo—, pero sirviéndonos también en su cruda y fascinante realidad las escenas del vivac de los soldados, de los hospitales de campaña, el perfil de las rabonas o mujeres que acompañaban a la tropa, la categoría, gravedad y dolor de las heridas de pólvora, lanza o espada; así como las intrigas y traiciones de muchos mandos o de tantos simples soldados que vacilaron entre uno y otro bando, entre la lealtad a aquel lejano rey español que no tenía la menor intención de cruzar el Atlántico y el futuro de naciones independientes dispuestas a darse una constitución a imagen de los Estados Unidos o de la Francia republicana.

Una novela magnífica, que viene a cubrir un hueco y un período relativamente desconocido de nuestra historia, y que explica, con la belleza de las palabras, el dominio del ritmo y de la acción, por qué la América española dejó de serlo para alumbrar un mundo nuevo y diverso en el nombre de la libertad.