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Jesús Membrado

El artículo del día

Jesús Membrado Giner

Las elecciones francesas y la Unión Europea

El 52% del voto francés en primera ronda fue para candidatos que cuestionan o rechazan la UE

Contenido el aliento y la angustia por los resultados, Bruselas puede respirar tranquila. La reelección de Macron al frente de la Presidencia francesa garantiza la continuidad de un europeísmo convencido. En estos momentos, con una guerra en Ucrania, tensiones con Hungría y Polonia, y el auge de la extrema derecha, la opción de R.N con Le Pen hubiera sido un mazazo al proyecto de la UE.

En esta primera fase de las elecciones (faltan las legislativas) nos jugábamos mucho, tanto los franceses como el resto de ciudadanos europeos que vemos a la UE como el único proyecto que nuestro continente tiene para garantizar la paz, la libertad, la democracia y el crecimiento económico.

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Reflexión

El respiro por el resultado del pasado 24 de abril debería servir para reflexionar sobre lo ocurrido, porque la ola lepenista crece desde el 17,7% de los votos en el año 2002 al 33,9% en 2017 y al 42% en 2022. Son datos que deberían hacernos tomar nota de una realidad que todavía puede ser más preocupante si constatamos que en la primera vuelta electoral del 10 de abril el 52% de los votantes franceses optaron por Le Pen, Zemmour o Mélenchon con una participación del 73%. Candidatos todos ellos que cuestionan a fondo o rechazan el orden establecido y la propia Unión Europea.

Le Pen plantea, entre otros muchos radicalismos, el impulso desde la presidencia francesa, de una Alianza Europea de Naciones con vocación de sustituir progresivamente a la UE

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Le Pen plantea, entre otros muchos radicalismos, el impulso desde la presidencia francesa, de una Alianza Europea de Naciones con vocación de sustituir progresivamente a la UE. Aunque ha modulado planteamientos anteriores, como la salida francesa del Euro y la práctica desaparición de las estructuras políticas, que defendió hasta hace apenas dos años, su concepto de UE pasa por un reducido proyecto económico recuperando la soberanía nacional cedida, aunque haya sido enormemente beneficiosa para los franceses.

Es curioso su crecimiento electoral en el mundo rural, con este discurso, donde la Política Agraria Comunitaria o el FEOGA anteriormente, han sido acuerdos europeos que han mantenido al campo francés en altas cotas de bienestar.

Claro que ideas como el cierre total de las fronteras a la inmigración, expulsión de extranjeros en situación irregular, discriminación favorable a los franceses para acceder a las prestaciones sociales o su manifiesta islamofobia, son posturas radicalmente contrarias a la Carta de los Derechos Fundamentales aprobada en el Tratado de Lisboa del año 2009, de obligado cumplimiento para todos los países miembros lo que provocó que actualmente Hungría y Polonia estén siendo sancionadas por incumplir alguno de sus 54 artículos.

Para Mélenchon, su profundo rechazo al actual planteamiento de la UE, la globalización o el funcionamiento de los mercados, le lleva a enunciar en el punto 19 de su programa electoral su deseo de desguazar los tratados europeos, reafirmar la soberanía presupuestaria de los Estados miembros o desobedecer todas las normas europeas que conlleven un empobrecimiento de los franceses.

Ambos plantean retirar a Francia del marco integrado de la OTAN, e incluso después, del conjunto de la Alianza Atlántica. Y esto lo siguen manteniendo con una guerra en Ucrania generada por un dirigente ruso, apuntando su potencial militar nuclear hacia Europa Occidental.

Europeísmo

Las alarmas que todo esto ha hecho saltar en Bruselas pueden aumentar en las elecciones legislativas que se celebrarán en los próximos meses. Es preciso actuar, recuperar para el europeísmo a una opinión pública, como la francesa, que movida por los sentimientos y la rabia contra las vivencias de estos últimos años, puede poner en cuestión un proyecto vital para el futuro de Europa.

Iniciativas como la Conferencia sobre el Futuro de Europa auspiciada por la presidenta del Consejo, donde debates dirigidos por ciudadanos y la sociedad civil están permitiendo a personas de toda Europa compartir ideas y ayudar a configurar nuestro futuro común en las cuestiones económicas, sobre democracia, valores y derechos, cambio climático y medio ambiente o la UE en el mundo, pueden ser un punto de partida para pulsar y recuperar sectores cada día más alejados de la utopía más revolucionaria que este continente ha tenido en su historia.

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