José Luis Violeta Lajusticia murió este jueves a los 81 años de edad. Con su fallecimiento, el zaragocismo pierde a uno de sus grandes mitos, una leyenda que merece ser honrada de acuerdo a la extraordinaria dimensión de su legado y a su importancia histórica. Jugador de un solo club, el León de Torrero desarrolló toda su trayectoria deportiva en el equipo de sus amores con 473 partidos. Figura transversal, unió entre 1963 y 1977 a la generación de Los Magníficos, con los que conquistó dos Copas del Generalísimo (1964 y 1966) y una Copa de Ferias (1964), con la posterior de los Zaraguayos, siempre recordados por su fútbol aunque no culminaran su obra con títulos. Violeta fue tentado para abandonar el Real Zaragoza tras descender a Segunda en 1971, entre otros por el Real Madrid, pero él, tan aragonés, prefirió quedarse para recuperar la categoría perdida. Lo logró justo al año siguiente.
Esa inusual muestra de fidelidad, permanente durante toda su carrera, todavía agranda más su valor. Nació en Torrero y en Torrero descansará para siempre. Figura lejana para las generaciones más jóvenes, pero de obligado recuerdo por su peso en la historia blanquilla, Violeta tenía tres amores: su familia, el Real Zaragoza y la Virgen del Pilar. Afable, humilde, portador de cientos de anécdotas, siempre cercano, uno de los últimos deseos de José Luis en vida era ver al Real Zaragoza de nuevo en Primera División. No podrá ser. El equipo tiene desde hoy esa deuda que saldar.
