El Periódico de Aragón

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Javier Lafuente

La reconquista educativa

Un día al año, en septiembre y siempre de noche, los líderes del rojerío aragonés se reúnen en el castillo de Loarre para decidir la perversa ideología que van a transmitir durante el curso al tierno alumnado de nuestra comunidad. Lesbianas y gais (de izquierdas, claro), feministas, perroflautas, antitaurinos, ecologistas radicales, pacifistas y demás fauna planifican a la luz de las velas cómo lavarán los cerebros infantiles y qué horrendas ideas les inculcarán en sus mentes. Cuentan que se escuchan risas siniestras y que Álvaro Sanz, Darío Villagrasa, Joaquín Palacín y Nacho Escartín han acudido de oyentes desde que se formó este Gobierno aragonés. Menos mal que los políticos de bien y orden se han dado cuenta, para alivio de miles de familias.

Hay que empezar a tomarse a broma la obsesión que tiene la ultraderecha de confundir la educación con un adoctrinamiento que ya le gustaría ejercer a su gusto, a la antigua usanza. El pasado jueves, en la última sesión de las Cortes de Aragón, el partido que defiende valores dignos, dignos de la Sección Femenina de Falange, volvió a sacar este trillado asunto tan cargado de nostalgia. Y al escuchar sus palabras, los que estudiamos durante el franquismo nos acordamos de don Pelayo, de los reyes godos, del imperio donde nunca se ponía el sol y de otros mitos de esa España como unidad de destino en lo universal. Esa educación de tanta reconquista y de rancio sabor nos privó de conocer en nuestra tierra —y solo voy a referirme a la Historia— quién era la reina Petronila, qué fue aquello llamado Corona de Aragón o cómo unos decretos (los de Nueva Planta) hicieron trizas a este territorio. Pero lo voy a dejar, que igual estoy adoctrinando.

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