El Periódico de Aragón

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Candido Marquesan

Morirán de forma indigna

Lo ocurrido durante la pandemia en la Comunidad de Madrid es un paradigma de la necropolítica

La pandemia del covid-19 ha sacado a la luz algunos hechos muy graves, que estaban ocultos. Entre ellos, la gerontofobia, un término todavía no incluido en el Diccionario de Lengua Española, que se refiere al temor, la prevención, la aversión o el desprecio hacia los ancianos. Para que algo exista en la conciencia colectiva hay que nombrarlo.

La muerte se cebó en los ancianos en las residencias. Mas, lo dramático y perverso es que una parte de nuestra sociedad asumía sin inmutarse las muertes, si eran de ancianos. Conversaciones como estas eran frecuentes. Alguien decía: «se ha muerto fulanito». Otro: ¿qué edad tenía? Contestaba: «80 o 90 años». El otro con no indisimulada tranquilidad: «¡ah, claro, era ya viejo!» En nuestra sociedad tan avanzada los ancianos están de más, sobran. Según Bauman son «residuos humanos». Las residencias, auténticos cementerios durante los días más graves de la pandemia, han sido y siguen siendo aparcamientos de nuestros ancianos, sin que mostremos mucho interés por conocer qué ha ocurrido y ocurre en ellas. La irrupción de la pandemia mostró esa podredumbre y esa maldad, pero el negocio económico todo lo justifica.

Pero, lo más grave ocurrido durante la pandemia han sido los protocolos de la vergüenza (PV) en la Comunidad de Madrid (CM), que eran de obligado cumplimiento para todo el personal dependiente de Sanidad. Produce auténtico pavor el pensar en la muerte que tuvieron algunos de estos ancianos, al no ser llevados a los hospitales. Este hecho lo han denunciado. El periodista Manuel Rico en su libro ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias analiza lo ocurrido en las residencias en la primavera de 2020, desvelando los fallos estructurales del modelo de residencia. Las administraciones ni regularon adecuadamente, ni inspeccionaron ni castigaron a las empresas, que, movidas por el exclusivo beneficio, incumplieron la legislación vigente. Y también menciona los PV de la CM, que, según Médicos Sin Fronteras, provocaron que algunos ancianos «encerrados bajo llave, golpeaban la puerta o se dejaban morir».

Y otro libro reciente Morirán de forma indigna de Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales de la CM por Cs. La portada es una esquela, acompañando al título de por sí ya impactante. Repasa las directrices seguidas en uno de los mayores escándalos de nuestra historia política, al dejar tirados a miles de personas abandonadas sin atención médica. Reyero ya criticó, durante la primera ola de la pandemia, los PV de la CM. De ellos dijo que le parecían poco éticos y posiblemente ilegales, y por estos desacuerdos morales con las decisiones del Gobierno de la CM, presentó su dimisión como consejero, el 2 de octubre de 2020. El pasado 26 de septiembre en la Cadena Ser en el programa de Hora 25, Aimar lo entrevisto durante 26 minutos. Su audición estremece. Mas, Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a negar en la Asamblea de Madrid que su Gobierno elaborase los PV.

Y con estos datos, ¿qué ha hecho el gobierno de la CM? El pasado 5 de octubre, su vicepresidente, Enrique Ossorio, en una conferencia de prensa, preguntado sobre la decisión de Vox de llevar al pleno de la Asamblea de Madrid su propuesta de creación de una comisión de estudio –no de investigación, aunque ya la ha retirado– sobre las residencias, respondió: «Va a causar un daño innecesario a esas familias que podrán volver a pensar: ¿se podría haber evitado la muerte de mi familiar? Yo creo que eso las familias ya lo han superado, y volver a esto por el interés electoral, de verdad yo creo, sinceramente, que no es procedente…»

Hacer una comisión de investigación es electoralismo, y negarse a hacerla, ¿qué es? ¿Cómo sabe si las familias han superado o no el trauma? En Madrid hay tres asociaciones de familiares de residentes: Pladigmare, Marea de Residencias y Verdad y Justicia. En dos años y medio nadie del gobierno de Ayuso las ha recibido. El pasado 28 de octubre Pladigmare se reunió con el Director General de Atención al Mayor y la Dependencia de la CM, Juan José García, saliendo profundamente desencantada. Por otra parte, si la gestión ha sido tan excelente, ¿por qué no se la explican mirando a los ojos a los familiares?

Con un infundado optimismo pensábamos: «vamos a salir mejor de esta pandemia». Lo dudo. Estas actuaciones políticas ni son denunciadas por la mayoría de la prensa capitalina –¿será por las subvenciones de la CM?–, ni para la justicia han merecido una investigación –tampoco la Fiscalía General del Estado ha instado a los fiscales que pongan más empeño en las investigaciones pendientes y no archiven los casos sin entrevistar a las familias, como hasta ahora, no obstante Pladigmare ha calificado de decepcionante la reunión con la Fiscal Superior de la CM, Almudena Lastra–, ni son castigadas por gran parte de la sociedad madrileña. Todavía más, las premia electoralmente. Lo importante es tomar cañas a tutiplén. Una sociedad digna y decente, que se respete a sí misma, no debería tolerarlas. Y ahora el caos en la sanidad pública.

Lo ocurrido en la CM es un paradigma de la necropolítica, concepto desarrollado por el filósofo camerunés Achille Mbembe. Es la política basada en la idea de que para el poder unas vidas tienen valor y otras no. Todas las vidas, para el neoliberalismo, son objeto de cálculo de los poderosos. Los que son rentables y los que consumen tienen derecho a vivir. Los que no, se les deja morir.

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