El Periódico de Aragón

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Carolina González

El triángulo

Carolina González

Convicción, postureo y educación

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se ha negado a posar en una fotografía con miembros de la Confederación Empresarial de Madrid. Seguro que han visto el vídeo. Se aprecia cómo Calviño acude al photocall y al percatarse que el resto de sus compañeros de instantánea, 3, son hombres se aparta apresurada diciendo «lo siento de verdad, esto lo teníamos que haber hablado antes».

Este gesto, aplaudido por muchos y criticado por otros, hay que enmarcarlo en la advertencia que ella misma lanzó hace unos meses: «No volveré a hacerme una foto en la que sea la única mujer». El círculo en el que se mueve la ministra está más concurrido por hombres que por mujeres. Ese es un dato objetivo. Igual que el llamado techo de cristal existente para las mujeres respecto a ocupación de puestos directivos, sobre todo en el sector financiero. Como la conocida brecha salarial por la que las mujeres cobran menos que los hombres por el mismo trabajo. El mismo que el hecho de que los empleos sociales y de cuidados siguen siendo desempeñados mayoritariamente por mujeres. Lo recogen multitud de estudios realizados por entidades tan diversas como el IESE Business School, UGT y el propio Ministerio de Asuntos Económicos.

Entendido el contexto en el que la ministra realizó ese movimiento cabe reflexionar sobre lo acertado o desacertado del mismo. La conveniencia u oportunidad. Si se pasó de frenada o se quedó corta. Los afectados por el «desaire», en boca del presidente de la patronal madrileña, le restaron importancia aunque no ocultaron su malestar. «Una vicepresidenta del Gobierno de España no sé por qué tiene que excluir a unas personas para estar en una foto», dijo.

Aun siendo un 50% de la población, las mujeres no tenemos el mismo peso en la dirección de empresas o gobiernos

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Ahí puede estar la clave de la controversia. Es cierto que Calviño prometió no volver a ser la única mujer en una foto o debate económico, pero quizá no habría sido demasiado problema posar, aclarar su postura y poner el foco en que aunque una vicepresidenta intente visibilizar un problema, la realidad sigue resistiéndose a la paridad profesional en determinados ámbitos. Aun siendo un 50% de la población, las mujeres no tenemos el mismo peso en la dirección de empresas o gobiernos.

La verdad es que la situación fue violenta. Todos acabaron con cara de póquer. La ministra, los empresarios, los fotógrafos… ¿es una cuestión de mala educación o de reivindicación feminista? ¿Consiguió el objetivo que perseguía o alentó a los que acusan a este Gobierno de exagerar en materia de igualdad? Las respuestas no son fáciles. Ni claras. Quizá si volviera a repetirse, haría algo distinto. Aunque no sé exactamente qué sería lo más conveniente.

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