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Ciudadanos o el hundimiento en ‘streaming’

Con la explosión de la nueva política, llegaron las llamadas al regeneracionismo, a la transparencia, a la mejora de la calidad de nuestra democracia por los dos nuevos partidos a izquierda y a derecha. Romper con un bipartidismo que equiparaban a la alternancia turnista del siglo XIX, olvidando que España tiene una vida periférica que va más allá de la capital madrileña.

Y llegaron las propuestas bienintencionadas sobre el funcionamiento interno de los partidos, la obligatoriedad de las primarias, la reforma del sistema electoral español, la rendición de cuentas de los cargos públicos y la transparencia entendida más como un espectáculo que como la inspiración que debe mover la gestión pública. Cuando empezamos a ver las negociaciones para formar gobiernos locales en streaming poco podíamos imaginar, que años después, íbamos a presenciar en directo, y a través de las clásicas declaraciones o notas de prensa el desguace de uno de los dos partidos. El desmontaje de esa estructura llamada Ciudadanos, en piezas unipersonales que van a buscarse acomodamiento como les sea posible allá donde les acojan. Y aparecen nombres desconocidos hasta el momento como la portavoz nacional, Patricia Guasp, o el candidato Carlos Ortas a la presidencia de Aragón, sin saber muy bien el procedimiento de elección, después de una fila de renuncias como las del candidato a la alcaldía de Teruel o las del actual grupo municipal del Ayuntamiento de Zaragoza, buque insignia de Ciudadanos en esta comunidad Autónoma a encabezar de nuevo el proyecto. Mientras escuchamos mensajes distópicos como «somos el partido central en Aragón» o «vamos a unir a todas las fuerzas del centro político», cuando ellos mismos saben que van a ser irrelevantes. Mientras la guerra interna entre los restos continúa, y Daniel Pérez Calvo es el candidato a la alcaldía de Zaragoza como afrenta al actual grupo municipal, con el que las relaciones son eufemísticamente inexistentes.

Partidos políticos que crecieron tan rápido que contrataban headhunters para llenar de talento las listas y que se ha ido vaciando, a la vista de todos, a la misma velocidad. Un paso fugaz por la política que deja desencanto en los que abandonan y en los votantes que apostaron por un partido liberal, según su propia definición. Lo que resulta intragable es el discurso de todo va bien, cuando para ellos mismos la campaña se parecerá más a un calvario que acabará, ahora que estamos en tiempo de cuaresma, como la tradición católica vaticinaba. Por mucho que la portavoz Guasp diga que estamos sólo ante un set ball, y el match ball llega con las generales, sabemos que el partido se acabó.

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