Desastrosas inversiones en bolsa y una batalla legal de costes multimillonarios hacen peligrar la fortuna que Diana de Gales dejó a sus hijos. El príncipe Guillermo y su hermano Enrique pueden ver reducido significativamente este legado, valorado en 30 millones de euros. Ninguno de los dos ha tenido acceso a la herencia, que sólo podrán cobrar cuando cumplan 25 años, pero para entonces una buena parte de los bienes podría haberse esfumado. La razón hay que buscarla en los problemas que atraviesa el Fondo Diana de Gales.

La fundación benéfica, creada el 2 de septiembre de 1997, tres días después de la muerte de la princesa, para canalizar los donativos del público, perdió el pasado año 21 millones de euros en la bolsa, según señalaba ayer The Sunday Times . El fondo está además enzarzado desde hace 6 años en un pleito en California, con la firma estadounidense Franklin Mint, que comercializa productos inspirados en Diana. Los británicos les demandaron, pero perdieron el proceso, teniendo que abonar unos gastos de 5,8 millones de euros.

Ahora es la compañía americana la que ha denunciado al fondo, que tiene desde el viernes congeladas sus reservas, valoradas en 66 millones de euros. La actual situación ha dejado a 120 organizaciones caritativas sin ayuda y a 500 trabajadores a punto de perder el empleo. Si las cosas se ponen mal, serán también los príncipes los que salgan perjudicados. Las personas designadas para ejecutar el testamento de Diana, su hermana Sarah McCorquodale, su madre Frances Shand Kydd y el obispo de Londres, Richard Chartres, respaldaron la acción legal contra Franklin Mint y teóricamente, la fortuna que corresponde a Guillermo y a Enrique podría ser utilizada para una futura indemnización legal, si el fondo no tuviera suficiente dinero.