UN POSIBLE COMPLICE
Los amigos de Galán sabían que llevaba navaja, pero nunca imaginaron de qué forma la usaba. "Nos ha engañado. Llevaba una doble vida", dice uno de ellos. Sólo trabajaba a temporadas y "cuando le agobiaban en casa", recuerda Desirée Picazo, que estuvo con él horas antes de morir. Ella sabía que "buscaba rollos por ahí", pero no contaba mucho porque era "callado y reservado".
Pasaba horas en un cibercafé de la calle en la que vivía, desde donde contactó con dos víctimas. A veces se emborrachaba y contaba cosas, como cuando confesó a un amigo que había matado a Isabel Fornás y Concepción Navarro, con la ayuda de otro. El amigo pensó que se trataba de una fanfarronada hasta que leyó que Galán era un asesino y acudió a la policía, que ahora busca al cómplice.
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