Una calabaza propiedad de una familia aristocrática de Bolonia, en Italia, podría ser la última depositaria de la sangre real de Luis XVI, guillotinado públicamente en París en 1793, según un análisis realizado por investigadores españoles. Los científicos ha determinado que unas manchas conservadas en el interior de tan singular cucurbitácea son compatibles con el rey.

No lo garantizan, pero al menos no lo descartan: "Para tener la certeza absoluta deberíamos compararlo con el ADN de algún descendiente, vivo o muerto, lo que no ha sido posible", explica el coordinador del trabajo, Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, un centro mixto CSIC-UPF.

Por encargo del coleccionista privado que conservaba la calabaza, los investigadores se pusieron manos a la obra. Primero determinaron que las manchas marrones eran en efecto sangre humana, posiblemente restos de un pañuelo desintegrado, y luego localizaron en ellas muestras de ADN mitocondrial y del cromosoma Y. La historia que explicaba el coleccionista podía ser verosímil.

"Lo más interesante es posiblemente el texto que aparece junto a los retratos", detalla Lalueza-Fox. Dice exactamente que Maximilien Bourdaloue, uno de los testigos de la guillotina, mojó su pañuelo en la sangre, lo metió en la calabaza y ordenó su decoración al artista Jean Roux.

Los científicos comprobaron que la muestra correspondía a un varón, como Luis XVI, y que tenía una mutación localizada en el gen HERC2, que determina el azul de los ojos. "Los pintores de la época retrataron al rey con ese color de ojos", añade el investigador del CSIC. El tercer detalle es más complejo: el ADN mitocondrial de la sangre se relaciona con un escasísimo linaje europeo llamado N1b. "Quizá pueda deberse a la consanguinidad y el elitismo real desde tiempos de los capetos", sugiere Lalueza.

Eso sí, conluye, la única forma de demostrar que efectivamente los restos corresponden a Luis XVI sería compararlos con el perfil genético de su hijo Luis XVII, conservado momificado en la basílica de Saint Denis de París, cosa que por ahora no se ha hecho.